Personas voluntarias de ANL (Asociación navarra de personas laringectomizadas) visitan en el hospital a pacientes operados de cáncer de laringe que han perdido el habla tras una laringectomía para brindarles su apoyo y mostrarles que “otra voz es posible”.
Una asociación que, con motivo del Día Mundial de la Investigación Contra el Cáncer, aboga por la detección temprana, la prevención y mayores recursos para la investigación como herramientas para combatirlo, siendo el cáncer de laringe “uno de los más traumáticos por su impacto en la vida de la persona”.
La laringectomía total es una operación indicada “como último recurso” en casos de cáncer, en ella se retira la laringe y las cuerdas vocales, y tiene como principal consecuencia la pérdida de la voz.
Navarra registra actualmente unas 200 personas laringectomizadas, quienes tras la operación tienen que adaptar la forma en la que hablan y respiran, ya que el aire a partir de ahora entra por un agujero en el cuello, el estoma respiratorio.
Una nueva “ventana” al exterior, que además aumenta la exposición a las infecciones, por lo que se necesitan filtros adicionales para el estoma, que en época de COVID debían ser especiales y en Navarra proporcionaba el Departamento de Salud por no estar financiados por la Seguridad Social.
Toda esta situación produce un gran impacto emocional en las personas laringectomizadas, que se enfrentan a frecuentes problemas psicológicos y de autoestima “Es una operación muy traumática para la persona afectada.
En primer lugar, hay un periodo de adaptación a la nueva realidad. Una vez que la acepta es complicado volver a hablar y cuando lo consigue la voz no suena igual, es muy diferente”, explica Josetxo Fernández Eraso, presidente de ANL
Una situación que puede afectar en mayor medida a las mujeres, ya que “se trata de una voz con un timbre más grave y masculino, que puede alterar la imagen de sí mismas” y para ello hay que “aportar un temprano apoyo psicológico si es preciso” Además, si se trata de mujeres en edad fértil, hay que tener en cuenta que el parto se dificulta al no poder retener el aliento”.
De ahí la importancia de contar con el apoyo emocional de personas que han pasado por el mismo proceso, testimonios que ofrecen socios y socias de ANL desde antes de la operación y que continúan fuera del hospital en grupos de autoayuda y reuniones.
“Se te cae el mundo encima. De la noche a la mañana la persona no es capaz de hablar con su familia o con sus amigos, está desconectada del mundo que le rodea. Y después, tiene que aprender a volver a conectarse y aprender actividades hasta entonces tan básicas como hablar, respirar u oler… Contar con el acompañamiento de personas ya operadas que han rehecho su vida sube el ánimo y se traduce en una mejor aceptación de la operación y de la nueva vida”, explica Fernández, quien revela “el principal mensaje que llevamos a las personas intervenidas”: “Otra voz es posible. Después de una laringectomía hay voz, hay vida, hay comunicación”
Unos testimonios que la asociación complementa con los otros “dos pilares” de la recuperación: la ayuda psicológica y la rehabilitación logopédica para la recuperación de voz y olfato a través de varias sesiones semanales por parte de un logopeda.
“Se trata de atención especializada que el servicio de otorrino deriva a la entidad, “porque las asociaciones de pacientes aportan un valor añadido que la sanidad, tanto pública como privada, no podrá ofrecer”, explica Fernández, quien destaca la buena atención que reciben por parte de la sanidad navarra, en especial por el servicio de Otorrino.
El tabaquismo, el principal desencadenante
La laringectomía, el último recurso para curar un cáncer de laringe, llega tras haber pasado por radioterapia, quimioterapia… Un cáncer de laringe que está directamente relacionado con el consumo del tabaco, especialmente si va acompañado de consumo de alcohol, y con otras causas como el virus de papiloma humano.
En el primer caso la edad media de las personas afectadas ronda los 65 años, mayoritariamente hombres, y en el segundo el perfil son personas más jóvenes estando relacionado con el sexo oral o la falta de vacunación.
Unas doce personas acuden cada año a la asociación por primera vez, una cifra variable que en 2022 y 2023 se ha incrementado rompiendo la tendencia decreciente de los años anteriores.
Un repunte en el número de laringectomías de origen desconocido, si bien podría estar ligado a la pandemia, cuando la ciudadanía trataba de no acudir a consulta salvo por problemas graves. “Es fácil pensar que una ronquera de larga duración no merece mayor atención y sin embargo es uno de los síntomas tempranos principales del cáncer de laringe”, explica Fernández, quien se felicita de que las intervenciones estén bajando en 2024.
En este sentido, Fernández recuerda que roquera, tos, dificultad para tragar o cambios repentinos en la voz, síntomas habituales en afecciones comunes como la amigdalitis, requieren de una consulta sanitaria si no cesan con el tiempo ya que también pueden alertar de un cáncer de garganta.
Por último, Fernández apuesta por “hacer un mayor esfuerzo en la prevención advirtiendo sobre factores de riesgo como alcohol, tabaco o productos tóxicos presentes en artículos de limpieza, disolventes, pinturas”, además de sumar mayores recursos para la investigación de este cáncer y fomentar la detección temprana.
Para ello, destaca la importancia de poner en marcha “campañas de educación y sensibilización para alertar de la importancia de consultar con el personal médico si los síntomas persisten”, además de resaltar la importancia de hacer revisiones a tiempo para mantener la salud de las personas laringectomizadas
