SOCIEDAD
Un hotel rural con encanto: piedra, madera y sabores de otoño en el Pirineo navarro
Entre hayedos y el río Esca, ofrece una estancia auténtica en uno de los pueblos con más historia de Navarra.
El otoño en Navarra es una invitación a bajar el ritmo y dejarse llevar por los colores del paisaje. Los bosques del Pirineo navarro se tiñen de rojos, ocres y dorados, y los pueblos de montaña se convierten en refugios perfectos para quienes buscan desconexión y naturaleza.
Entre ellos, Burgui se alza como uno de los enclaves más auténticos. Situado junto al río Esca, este pueblo conserva la esencia de los antiguos oficios que durante siglos marcaron la vida en el valle. Por sus aguas descendían las almadías, esas grandes balsas de troncos con las que los leñadores transportaban la madera hasta los aserraderos, un trabajo duro que hoy forma parte de su identidad.
A las puertas del Valle de Roncal, Burgui combina historia, tradición y senderismo. El pueblo, conocido como la “villa de los oficios”, invita a recorrer sus calles empedradas y su circuito circular de casi cuatro kilómetros, creado por los propios vecinos para rendir homenaje a las profesiones tradicionales del valle.
Hacer la ruta de los oficios es como viajar al pasado: en el camino aparecen figuras que representan a los antiguos panaderos, carboneros, lavanderas o almadieros, acompañadas de paneles que explican sus tareas y herramientas. A lo largo del recorrido también se puede ver una almadía a tamaño real, una antigua nevera medieval, una calera y un aserradero tradicional, piezas vivas de la historia local.
El itinerario pasa junto al puente romano de Burgui, una de las joyas del municipio. Con casi sesenta metros de largo, une las dos orillas del Esca y mantiene buena parte de su estructura original.
Muy cerca está la presa de las almadías, donde cada año, a finales de abril, se celebra el Día de la Almadía, una fiesta declarada de Interés Turístico Nacional que revive el descenso de los troncos por el río tal y como lo hacían los antiguos almadieros.
Quienes visitan Burgui en otoño pueden disfrutar además de varios senderos que parten desde el casco urbano y permiten explorar los alrededores. Rutas como la que lleva hasta el mirador de los Pirineos, el sendero de la Foz de Burgui o los caminos hacia el vecino Valle de Roncal ofrecen vistas espectaculares y una conexión directa con la naturaleza. Los bosques de hayas y robles, el rumor del Esca y el silencio del valle hacen que cada paseo se sienta único.
Tras una jornada de excursiones, el mejor descanso espera en el Hotel Rural El Almadiero, un alojamiento con alma situado en pleno conjunto urbano de Burgui.
El edificio, restaurado con piedra y madera, conserva el estilo propio de las casas pirenaicas y abrió sus puertas en 1990 tras un minucioso proceso de rehabilitación. Hoy, este hotel familiar ofrece un ambiente cálido y acogedor, donde los viajeros se sienten como en casa gracias al trato cercano de sus propietarios.
Las habitaciones, cómodas y luminosas, invitan al descanso tras un día de senderismo. Pero si hay algo que hace especial al Almadiero, es su cocina casera.
En su restaurante se pueden degustar platos típicos de Navarra, elaborados con productos de temporada, entre ellos guisos tradicionales, carnes a la brasa y postres caseros. Todo servido en un comedor donde la madera, las vigas vistas y el fuego de la chimenea completan la experiencia.
Desde allí, los visitantes pueden salir a recorrer el valle, descubrir la Senda de los Oficios, visitar el puente medieval o simplemente perderse entre los paisajes del Pirineo navarro, que en otoño muestran su versión más bella y serena.