No hay nada mejor que disfrutar de una sabrosa comida, mucho más si se puede degustar en algún paraje excepcional o que pueda permitir una bonita escapada con amigos o familia.
Es el caso que nos ocupa, un precioso restaurante en una localidad navarra, Ciordia, con menos de 400 habitantes. Allí, en este pueblo navarro se ha transformado una borda y ahora ya es parada casi obligada para todos los conocedores de la buena comida.
El restaurante Anixeta abrió sus puertas en julio del año pasado y, desde entonces, enamora con su bacalao con kokotxas y su solomillo.
Se trata de un proyecto puesto en marcha por Joxemi Martis, vecino de la localidad desde hace 22 años y natural de San Sebastián. Una iniciativa que, además, tiene un trasfondo humano muy importante. No en vano, uno de los objetivos que movieron a Martis a emprender con este restaurante fue emplear a su hijo Sergio, quien está diagnosticado con una discapacidad del 34%.
No lo ha hecho solo. En esta aventura profesional le acompaña su pareja, Igor Cerrillo. Los dos viven en Ciordia desde hace algo más de dos décadas y compraron la borda, convertida ahora en restaurante, hace 18 años. Desde entonces, Martis ha soñado con convertirla en un templo de la gastronomía.
"Siempre he estado muy vinculado al mundo de la cocina", cuenta. Tanto que cuando cantaba en la Opera de Nueva York trabajó en el restaurante de Robert De Niro. "Además, mi madre era una gran cocinera de balao y también soy socio de Gaztelubide", apunta. De ahí que este profesor de Educación Especial decidiera junto a su pareja poner en marcha el restaurante Anixeta. Las obras comenzaron en enero de 2022 y abrió sus puertas a los primeros clientes el 22 de julio de ese mismo año.
Abre sólo el fin de semana: el viernes de 18 a 24 horas, el sábado de 11 a 15 horas y de 18 a 2 horas, y el domingo de 11 a 15 y de 18 a 22 horas. Un horario que permite que la pareja siga manteniendo entre semana sus empleos por cuenta ajena. Martis es quien está al frente de los fogones y cuenta con la inestimable ayuda de su hijo Sergio, a quién poco a poco le va enseñando los gajes del ofico. "También se suele pasar Igor. Somos socios al 50%", reconoce Martis el apoyo de su pareja.
La pareja adoptó a Sergio y su hermana en 2008. Ambos esperan que este proyecto permita a Sergio labrarse un futuro laboral siguiendo la pasión de su padre Joxemi por la cocina.
"La mejor promoción es un cliente satisfecho", recuerda Martis. Por eso, se esmera en cuidar los detalles y ofrecer la mejor calidad en todos los productos que conforman sus platos. "Empezamos en julio con un menú cerrado que tiene un precio de 52 euros por comensal", indica.
Se compone de un plato de jamón ibérico, otro de langostinos a la plancha, bacalao con cocochas, solomillos de ternera y, de postre, panchineta. Entra también la bebida. "Es todo producto fresco", pone en valor. Y especifica la procedencia de dos de sus productos estrella: "El bacalao lo traigo de San Sebastián y el solomillo lo compro en la carnicería Aracama, que tiene mucha calidad", sostiene.
"Pero ahora preparo mucho menú a medida del cliente", puntualiza el chef de Anxineta. De esta forma, hay muchos grupos que le dicen qué es lo que quieren comer y cuántas personas son. Él les da un precio y les prepara los platos que le han pedido. "Si me piden una lubina salvaje, les preparo una lubina", apostilla.
El restaurante cuenta con un comedor, una barra y una amplia terraza. Y, además del cliente que llega con la intención de disfrutar de una copiosa comida o cena, muchos lugareños y visitantes optan por el picoteo. La oferta de Anxienta se complementa con una amplia variedad de pinchos, raciones y cazuelicas. "Preparo, por ejemplo, rabas, unas gildas cuya receta descubrí en Nueva York, pinchos de cabracho, manitas de cerdo o callos", comenta. E insiste en que esos dos últimos platos han triunfado entre la clientela: "Los piden mucho".
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