SOCIEDAD
Una cooperante navarra señala tras regresar de Lesbos que el mundo se está "olvidando" de los refugiados
La navarra Loli Palacios se ha encargado de repartir unas 1.300 cenas al día junto a una ONG.
La navarra Loli Palacios se ha encargado de repartir unas 1.300 cenas al día junto a una ONG.
La cooperante navarra Loli Palacios, que ha trabajado este año repartiendo comida entre los miles de refugiados del campo de Moria, en la isla griega de Lesbos, ha afirmado a Efe que, al ver las condiciones en las que se sobrevive en estos recintos, "se te parte el alma".
Palacios es una de las cooperantes navarras de la ONG Zaporeak, que se encarga de repartir unas 1.300 cenas al día a mujeres y niños, la población más vulnerable del campo de Moria, habilitado para unas 2.000 personas, pero en el que se hacinan más de 10.000 en condiciones deplorables.
Esta navarra, que nunca antes había colaborado con una ONG, trabajó también el año pasado, durante dos meses, en Lesbos y en Atenas, fregando, cortando alimentos, emplatando y sirviendo comidas, todo a las órdenes de un cocinero encargado de organizar el servicio.
Desde entonces, ha explicado, las instalaciones de Moria "han mejorado un poquito, por lo menos las tiendas están mejor acondicionadas por fuera, pero todo sigue igual, con contenedores, con concertinas, como un campo de concentración".
"Han llevado a bastantes sirios al continente, han dejado a otras nacionalidades, y allí están. Hay gente que lleva dos, tres, casi cuatro años, sin futuro, sin esperanza", ha lamentado la cooperante, que ha destacado que Lesbos es "un hervidero" de refugiados, entre los que hay muchas mujeres solas y niños.
Además, al contrario que en otros campos, en Moria no hay cocinas comunes.
"Hay un catering, entre comillas, pero allí no pueden hacerse nada", ha asegurado Palacios, quien ha comentado que los refugiados sólo pueden dedicarse a "pasar la vida sin hacer nada".
Por ello, ha indicado, la ONG guipuzcoana Zaporeak se encarga de dar platos de comida a los refugiados "para que por lo menos tengan una comida caliente y en condiciones".
Con los refugiados, ha dicho, no tenían mucha relación, sólo en el momento de la entrega de la comida, aunque "sí que había un poco más con algunas refugiadas que venían a ayudar a la cocina. Con ellas estábamos muy bien, porque, aunque no puedas entenderte hablando, el idioma de las miradas y de las señas también importa".
El último día que permanecieron en el campo de refugiados, los cooperantes repartieron globos entre los niños.
Fue un gesto sencillo, recompensado por las sonrisas de los menores. "Y la sonrisa por un globo emociona", ha reconocido Palacios.
La cooperante navarra ha aseverado que el mundo se está "olvidando" de estos refugiados: "Parece que ya no existen, pero allí están, y no les veo salida. Los tienen ahí retenidos y para siempre, y hay tantísimos niños, mucha gente joven, y también gente mayor. Cuando van al reparto, sobre todo mujeres muy mayores, se te parte el alma".
Palacios ha declarado que tampoco en Grecia, fuera de los campos de refugiados, la situación es muy buena: "En Atenas era terrible, hay muchos edificios vacíos y mucha gente durmiendo en la calle, y había griegos también que venían a por comida".
Dar de comer diariamente a tantas personas durante más de un año supone un gran coste económico, que se sufraga porque "hay mucha gente muy generosa", ha señalado Palacios.
Así, la actividad de Zaporeak se financia mediante donaciones, recogidas de alimentos, y otras celebraciones como el "Koxk", la fiesta del pintxo solidario, que se llevará a cabo el 12 de mayo en la Plaza de San Francisco de Pamplona.
Palacios no descarta volver el próximo año a Grecia si le necesitan. De hecho, ha afirmado, "lo difícil no es ir, lo difícil es dejarles allí" a los refugiados.