La acción formativa “Al cole con salud” de Cinfa acaba de finalizar su tercer ciclo de charlas. En los meses de abril y mayo, expertos del laboratorio y de ANADI (Asociación Navarra de Diabetes) han acudido a cinco centros educativos de la Comunidad Foral para fomentar el conocimiento de la diabetes entre la población escolar y promover claves para su prevención.
Este ciclo de charlas se suma a los dos celebrados durante el curso pasado, de forma que un total de 1.300 escolares navarros de entre 10 y 12 años han profundizado sobre cuáles son los tipos de diabetes, sus síntomas y tratamiento, cómo es el día a día de una persona con esta patología y las recomendaciones para manejarla, así como las pautas de actuación ante situaciones de riesgo.
Las sesiones formativas han estado impartidas por Julio Maset, médico del laboratorio navarro, e Isabel San Martín, enfermera educadora en diabetes de la asociación de pacientes, quienes, desde el curso pasado, han visitado 15 centros educativos distintos de Pamplona y de algunas localidades navarras, como Peralta o Artajona.
Como parte del compromiso de Cinfa con la divulgación de hábitos saludables y dentro del proyecto CinfaSalud, el objetivo de estas charlas es, en palabras del experto del laboratorio, “hacer comprender a los chicos y chicas que el riesgo de desarrollar esta enfermedad está muy vinculado a los hábitos de alimentación y de estilo de vida, así como sensibilizarles sobre la situación de una persona o un niño o niña con diabetes, para que puedan ofrecer apoyo o ayuda ante posibles complicaciones”.
Como añade la especialista de ANADI, “la implicación y el respeto por parte de los compañeros y compañeras y del profesorado evitarán estigmatizar a los menores que tienen diabetes. Se trata de una enfermedad crónica, pero que, controlada y siguiendo ciertas pautas, permite a estos chicos y chicas llevar una vida como la de cualquier otro niño de su edad”.
A continuación, dejamos 10 claves para convivir con la diabetes en los colegios:
- Educación sobre la enfermedad. Cuando un menor recibe el diagnóstico de diabetes tipo 1, se precisa de un trabajo de educación en la enfermedad, tanto para el propio niño o niña -quien mejor debe conocer su salud-, como para sus familiares, amigos y profesorado, quienes también deben informarse sobre el control farmacológico y emocional de la diabetes. La labor de sensibilización en todo su entorno es básica y muchas veces comienza en las asociaciones de pacientes, que realizan una labor esencial de información y acompañamiento.
- Control de los niveles de glucosa/glucemia. En el marco de esa educación diabetológica, son extremadamente importantes los autoanálisis de glucosa que los niños y niñas necesitan realizarse varias veces al día para conocer su nivel de glucemia. Es un procedimiento muy sencillo en el que, gracias a un sensor, se monitorizan continuamente los niveles de glucosa. Los controles deben realizarse a determinadas horas (antes y después de comer, al acostarse, antes de realizar ejercicio físico o cuando se sospecha de una variación brusca de glucemia).
- Autoadministración de insulina. Todas las personas con diabetes tipo 1 se deben inyectar insulina, por lo que para potenciar la autonomía y el autocontrol de la enfermedad, es aconsejable que los niños y niñas aprendan a administrarse las inyecciones -de acuerdo a la pauta que en cada momento indique su médico-, al principio con la supervisión de sus padres o sus profesores y, después, por su cuenta. Existen insulinas de acción rápida y de acción lenta que se combinan para intentar mantener la glucemia dentro de los límites normales, teniendo en cuenta comidas, ejercicio físico y periodos de sueño.
- Respeto a los hábitos alimenticios. Pese a que un niño o niña con diabetes puede comer prácticamente de todo, sí que es fundamental limitar al máximo la cantidad de azúcares simples que toma; es decir, los que se absorben rápidamente y provocan subidas rápidas de la glucemia, como azúcares refinados, zumos, miel y dulces (caramelos, pasteles o repostería industrial en general). Por tanto, es importante que en situaciones de celebraciones, meriendas o excursiones, los compañeros o profesores no animen a probar o tomar más de ciertos alimentos, de igual modo que no hay que insistir para que coman algo que están rechazando, porque ellos son los que mejor conocen qué les conviene comer en cada momento, según su autocontrol y cómo se encuentren.
- Aceptar las pautas de ejercicio físico. Lo mismo ocurre con el deporte. Hay que saber que los chicos y chicas con diabetes pueden practicar ejercicio físico como cualquier otro menor, siempre y cuando se hagan antes un control de la glucemia y realicen un cálculo para valorar un ajuste de la insulina necesaria e incluso un aporte de hidratos de carbono para realizar esa actividad. De esta forma, el mensaje más importante para compañeros, compañeras y profesorado es el respeto a las decisiones que las personas con diabetes tomen sobre seguir o no practicando algún deporte o esfuerzo físico en un determinado momento.
- Normalizar sus necesidades. Para lograr ese correcto manejo de la enfermedad y del tratamiento que deben seguir, los niños y niñas con diabetes deben sentir que su situación está normalizada en el entorno escolar. Es decir, que tengan acceso libre a beber agua y a ir al baño, ya que pueden necesitarlo más de lo habitual; que puedan hacerse controles de glucosa en cualquier momento y lugar sin tener que esconderse o avergonzarse; que puedan comer lo que necesiten sin que las actividades de la clase se detengan; o que les esté permitido que algunos de los aparatos que deben portar emitan sonidos o vibren, entre otros ejemplos.
- Kit imprescindible en un espacio propio. En general, los niños o niñas con esta enfermedad han de llevar siempre consigo un bolso con el material imprescindible para controlarla: glucómetro y tiras reactivas, jeringas de insulina y glucagón, agujas para su administración, zumos, azúcar, teléfonos de contacto, etc. Por eso, también tiene su importancia que dispongan de un espacio accesible en el aula o en el centro escolar donde poder dejar este kit y que sea de conocimiento general, por si es necesario utilizarlo.
- Saber reaccionar ante hipoglucemias e hiperglucemias. El personal docente y del centro escolar debe tener nociones básicas de cómo actuar ante estos casos, que conllevan cierta gravedad y pueden asustar a los menores. Por un desajuste entre la cantidad de insulina administrada y el requerimiento de glucosa del organismo, se puede producir hipoglucemia, que puede producir una crisis, que se manifiesta con palidez, somnolencia, temblores, hambre o incluso pérdida de conocimiento. Es crucial subir rápidamente los niveles de glucosa dando al menor algún alimento azucarado -azúcar, un refresco, un zumo de frutas o galletas-, dejando que descanse y monitorizando la glucemia con más frecuencia. Cuando el nivel de azúcar en sangre es muy elevado, se habla de hiperglucemia, y el niño o niña puede presentar cansancio, dolor de tripa, ganas de orinar, aliento con olor a fruta y mucha sed, aunque también puede ser asintomática. En estos casos, debe aplicarse tratamiento con insulina, siempre que se haya medido la glucemia.
- Ofrecer ayuda y apoyo. No hace falta que se produzcan situaciones de riesgo vital para que a un niño o niña con diabetes le venga bien el apoyo por parte de su entorno, ya que deben controlar muchos aspectos de su salud a lo largo del día y tomar numerosas decisiones en base a ello. Que haya un profesor o profesora responsable y que todos los niños y niñas de la clase tengan conocimiento de su enfermedad, sepan cuáles son los niveles adecuados de glucosa o los síntomas de las complicaciones y que en ciertos momentos tengan la seguridad de preguntar cómo se encuentra puede mejorar el día a día del paciente, especialmente a nivel emocional.
- Comunicación fluida con las familias. En esta enfermedad, que requiere de un seguimiento constante y una gran anticipación, es fundamental establecer una relación de confianza y de comunicación fluida entre el profesorado, la familia del niño con diabetes y los profesionales sanitarios, con el fin de avisar con rapidez si surge una necesidad importante o de dar tranquilidad, sobre todo si el menor es muy pequeño.
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