• miércoles, 11 de diciembre de 2024
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SOCIEDAD

El arzobispo de Pamplona pide una "iglesia misionera" en la multitudinaria misa de la segunda Javierada

Alrededor de 17.300 personas han asistido este sábado a la misa de la segunda Javierada  que ha sido oficiada por el nuevo arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, Florencio Roselló

Explanada del Castillo de Javier durante las segundas Javieradas de 2024. POLICÍA FORAL
Explanada del Castillo de Javier durante las segundas Javieradas de 2024. POLICÍA FORAL

Alrededor de 17.300 personas han asistido este sábado a la misa de la segunda Javierada de 2024, que ha sido oficiada por el nuevo arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, Florencio Roselló.

Según ha informado la Policía Foral, a la explanada de Javier han acudido 197 autobuses y 1.860 turismos, estimando una asistencia de unos 17.300 peregrinos. Una cifra que supera ampliamente las 5.600 personas que asistieron la semana pasada a la misa de la primera Javierada. Por su parte, el dispositivo de Cruz Roja, compuesto por más de 100 voluntarios, había realizado hasta las 16.00 horas un total de 122 atenciones entre los peregrinos.

El arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela, Florencio Roselló, ha destacado este sábado en Javier que "hoy en nuestra sociedad hay muchos caídos" que "necesitan una iglesia misionera" y ha llamado a que "luchemos, nos entreguemos por el otro y ya veremos como sonreiremos a la vida como el Cristo de Javier".

En su homilía en la explanada del Castillo de Javier, con motivo de las segundas Javieradas de 2024, Roselló ha destacado que "Javier es el punto de partida para nuestra vida". "Llegar a Javier es recibir el espíritu misionero. Es construir iglesia en salida" pero, especialmente, "es estar dispuesto a dar la vida por los necesitados", ha manifestado.

"No se puede engendrar vida sin dar vida. Mi vida tiene sentido si la entrego por los demás. No puedo permanecer indiferente ante el dolor, ante la injusticia, ante la marginación, ante la falta de vida", ha reivindicado el arzobispo de Pamplona, quien ha destacado que "eso hizo Francisco Javier. Renunció a esta vida, a vivir en el Castillo de Javier. Renunció a todas las comodidades y seguridades que este entorno le proporcionaba. Renunció a un futuro de nobleza, se puso en manos de Dios y entregó su vida".

"Se lanzó mar adentro para llegar hasta las misiones" con el objetivo de "dar vida para que los pobres de las misiones de Japón, de la India, tuvieran vida. Y una vida abundante, digna y humana", ha resaltado. "Evangelizar es llegar a todas las necesidades de la persona, especialmente de los pobres y vulnerables", ha defendido.

Así, ha afirmado que "hoy San Francisco Javier nos está pidiendo que demos vida, que renunciemos a nuestras seguridades, a nuestro círculo de confort, para hacernos pequeños, sencillos, humildes". Ha recordado que "estamos en las puertas de la Semana Santa y el Jueves Santo se nos invita a dar vida, a ponernos al servicio de los otros, especialmente de los pequeños".

Roselló ha llamado a "dejar de mirarnos el ombligo, dejar de contemplar nuestras bondades y conquistas, y mirar a nuestro alrededor. Mirar al suelo, a la calle, mirar el barro de la vida, que es el lugar de muchas personas muertas, de muchas personas heridas y solas, que necesitan vida" y "entregar nuestra vida por ellos, desde la solidaridad, desde la fraternidad, desde la justicia social".

"Dar vida es mirar el rostro del pobre, del inmigrante, del enfermo, del que ha salido de la cárcel, y que no encuentra vida en la sociedad, no le dejamos sitio porque está muerto en vida", ha señalado. "Este hermano necesita que le regale tiempo, ternura, conversación, orientación, acompañamiento. Necesita una palabra, un abrazo que le devuelva vida que le dignifique como persona. Y esta gente no siempre encuentra un sitio en nuestra sociedad, y a veces tampoco en nuestra Iglesia", ha lamentado.

Florencio Roselló ha remarcado que "aunque parezca mentira, morir por el otro me transmite alegría, me ayuda a estar en paz conmigo y con Dios". Ha recordado que, antes de su nombramiento como obispo, "he tenido el privilegio de morir, de entregarme por los descartados de la vida, como son los presos, y he sentido la alegría de vivir el evangelio en primera persona". "He sido feliz viviendo mi fe con los presos y sus familias, porque en ellos cada día encontraba a Jesús. He recibido mucho más de ellos que ellos de mí", ha expresado.

En este sentido, el arzobispo de Pamplona ha destacado que "experimentamos un sentimiento de felicidad cuando ayudamos, cuando hacemos feliz al otro". "Cuando uno se entrega por el otro, cuando ayudamos a salir al pobre, al necesitado, nos produce alegría, sonreímos, somos felices", ha explicado.

"Necesitamos cristianos que sonrían, que contagien ilusión y alegría. Que el sacrificio, la entrega, no está enfrentado con la alegría, con la sonrisa, con ser felices", ha asegurado. Ha advertido de que "hoy en nuestra sociedad hay muchos caídos, que no tienen vida, que les falta ilusión y necesitan una Iglesia misionera". Por ello, ha llamado a que "luchemos, nos entreguemos por el otro y ya veremos como sonreiremos a la vida como el Cristo de Javier".

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