El hepatólogo de la Clínica Universidad de Navarra, Josepmaria Argemí, ha advertido con motivo del Día Mundial Sin Alcohol, celebrado el 15 de noviembre, de que el hígado es un órgano “silencioso” que no avisa cuando está en mal estado y que, cuando lo hace, a menudo es demasiado tarde.
El especialista ha explicado que este órgano ha funcionado siempre como una “economía circular”, ya que ha reutilizado los nutrientes de la sangre, los ha transformado en nuevas moléculas, ha eliminado toxinas mediante la bilis y ha producido proteínas esenciales para el cuerpo.
Por su parte, Argemí ha señalado que el hígado se ha encargado de “detoxificar” todo lo que ingerimos, pero que, si él mismo se ha intoxicado, el cuerpo no ha mostrado señales claras. Ha recordado que, en muchos pacientes, no ha causado dolor ni síntomas evidentes, lo que ha permitido que el daño avance sin ser detectado.
El especialista ha insistido en que “cuidando bien el hígado, el hígado nos ha cuidado a nosotros”. Para ello, ha pedido sentido común y evitar estilos de vida tóxicos, especialmente el alcohol, que ha identificado como uno de los grandes enemigos del organismo y frente al que hay que evitar cualquier forma de dependencia.
Además, ha aclarado que las estadísticas suelen fijarse en los episodios puntuales de toxicidad aguda, como una borrachera o un atracón, pero que también es fundamental vigilar la dependencia. Ha subrayado que el objetivo es no llegar nunca al punto en el que “el alcohol se ha puesto en el sitio del conductor de nuestra vida y ya no hemos sido nosotros quienes hemos decidido qué hacer con ella”.
En relación al consumo diario, ha recordado que en España es habitual afirmar que uno o dos vasos de vino al día no son perjudiciales, o incluso resultan beneficiosos. Sin embargo, Argemí ha señalado que no existen datos claros que confirmen que el consumo moderado funciona igual de bien en todas las personas, ni que sea preferible a una abstinencia completa. Ha explicado que esta cuestión se está estudiando en varios proyectos en marcha, entre ellos un estudio nacional que se desarrolla en Navarra, donde se compara la abstinencia total con el consumo moderado de alcohol.
El hepatólogo también se ha referido a la reciente investigación de científicos británicos que han creado una cerveza sin alcohol capaz de “emborracharnos” sin producir resaca y sin dar positivo en un control de alcoholemia. En este punto, Argemí ha matizado que aún hay muy pocos datos sobre este producto y ha planteado una reflexión “casi filosófica”: por qué necesitamos vincular la diversión al consumo de una bebida y no podemos disfrutar sin recurrir a sustancias que afecten al organismo.
A continuación, ha recalcado que para “pasarlo bien o resolver los problemas” el alcohol no ha sido un buen compañero. Ha afirmado que este mensaje está empezando a calar en la sociedad y que debería asentarse aún más, especialmente entre quienes creen que no existe riesgo en sus hábitos de consumo.
Argemí ha comparado la evolución silenciosa de muchas enfermedades hepáticas con el avance de un “Titanic casi hundido”. Ha explicado que llegan a consulta pacientes que parecían estar perfectamente, que no han advertido señales de peligro y que han creído que el iceberg estaba lejos, sin saber que “tenía una gran panza y ha chocado contra la quilla antes de lo esperado”.
Pese a ello, ha asegurado que muchos pacientes han recapacitado y han conseguido la abstinencia, lo que ha permitido en numerosos casos recuperar una vida prácticamente normal. Ha recordado que el hígado tiene cierta capacidad de regeneración, lo que convierte este cambio de hábitos en una oportunidad real de mejora.
Por último, ha considerado que toda la sociedad tiene la responsabilidad de “hacer un esfuerzo de educación y cambiar los modos con los que nos relacionamos con los demás”. Ha reconocido que el alcohol puede estar presente en algunos contextos, pero ha insistido en que “no tiene que ser el dueño de la fiesta”.