• sábado, 20 de abril de 2024
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SOCIEDAD

Mi noche de juevincho por Pamplona, la ciudad que no quiere decir adiós al verano

Vinos, pinchos, música, autóctonos, estudiantes, jóvenes, mayores, policía... todo tenía cabida en la tarde pamplonesa para la bienvenida del nuevo curso.

Cientos de personas disfrutan del primer juevintxo universitario del curso 2022-2023. PABLO LASAOSA
Cientos de personas disfrutan del primer juevintxo universitario del curso 2022-2023. PABLO LASAOSA

El verano parece que se resiste a marcharse  de Pamplona y por segundo jueves de septiembre consecutivo miles de personas han abarrotado las calles de la capital navarra.

Desde Estafeta a Navarrería, pasando por San Nicolás o la Plaza del Castillo, el juevincho se ha adueñado una vez más de la ciudad. El ambiente distendido, acompañado de las aún cálidas temperaturas, dejaban una agradable estampa que acompañada de la Comparsa de los Gigantes o el concierto del Orfeón daban a Pamplona una escena envidiable.

Vinos, pinchos, música, autóctonos, estudiantes, jóvenes, mayores, policía... todo tenía cabida en la tarde pamplonesa para la bienvenida del nuevo curso.

Las copas de las terrazas de la Plaza del Castillo encontraban respuesta en las cientos de personas sentadas en los laterales de Navarrería. Enjambres que al paso de la Policía Municipal se ponían en pie ante la prohibición de consumir sentado en la calle.

A los pies del ayuntamiento, miembros de la cofradía de San Saturnino entonaban 'Guantanamerea' ante una curiosa pareja de turistas que les grababa con el móvil, un grupo de estudiantes de Erasmus que se animaban a levantarse de la silla, novatos encamisados y algún que otro protagonista no esperado que se sumaba a la fiesta.

Tan agradables eran las temperaturas que hasta algún helado tenía sitio en Pamplona en pleno septiembre. No había que esperar a que entrara la noche para toparse con los primeros afectados por el alcohol que tambaleándose trataban de cruzar las calles del Casco Antiguo.

Los pinchos eran sustituidos por cervezas y las cervezas por cañones, calimochos y cubatas. Cada vez eran más las luces que se apagaban y más los bares que se llenaban de puertas adentro.


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Mi noche de juevincho por Pamplona, la ciudad que no quiere decir adiós al verano