La pamplonesa Amaya Áriz, presidenta de la Asociación Navarra de Autismo (ANA) y del Patronato de Fundación Alegría, ha completado las 33 etapas del Camino de Santiago, un recorrido de 754 kilómetros desde Saint Jean de Pied de Port (Francia) hasta Santiago de Compostela. Lo ha hecho junto a su perrita Luna, dentro del proyecto ‘Pasos por el Autismo hacia Santiago’, una iniciativa solidaria destinada a recaudar fondos y visibilizar el autismo.
El reto, que comenzó en abril de 2025, ha logrado reunir apoyos para más de 700 familias con personas con autismo atendidas por ANA y por la Fundación Alegría. Amaya, que llevaba tiempo soñando con esta experiencia, ha cumplido su promesa de llegar a Santiago antes del 4 de octubre, fecha que coincide con su cumpleaños y con el Día Europeo del Autismo, jornada en la que ambas entidades celebrarán actos en la Plaza del Castillo de Pamplona.
La caminante, abogada, psicóloga y terapeuta en intervención con animales, ha explicado que su motivación era doble: “Es un reto personal, pero también una forma de dar voz a quienes conviven con el autismo”. Durante su travesía, ha repartido folletos informativos en varios idiomas, incluidos coreano y japonés, con el fin de sensibilizar sobre este trastorno del neurodesarrollo y fomentar la inclusión.
Amaya ha recorrido buena parte del camino sola, aunque en algunas etapas ha estado acompañada por su hija o por otras familias con hijos con autismo. Hasta Burgos realizó trayectos de ida y vuelta desde Pamplona, y a partir de Palencia comenzó a dormir fuera de casa para completar las últimas etapas.
Además de su propósito solidario, la presidenta de ANA ha aprovechado cada parada para entrevistarse con asociaciones locales y familias de personas con autismo. “En muchos pueblos la gente está más sola, y compartir experiencias siempre ayuda”, ha señalado. Con la recaudación obtenida, se prevé continuar prestando apoyo a familias de toda España, reforzando programas de atención y acompañamiento.
A sus 48 años, Amaya mantiene una disciplina diaria que le ha permitido afrontar el reto con éxito. “Camino cada día una hora y media a las seis de la mañana. Tengo buen fondo, aunque no es lo mismo andar un día que cinco seguidos”, ha comentado entre risas tras llegar al Obradoiro, acompañada de su inseparable Luna.
Su llegada a Santiago pone fin a un proyecto que une superación personal, solidaridad y sensibilización. “Lo que sea nos vendrá bien —asegura—, porque cada donación ayuda a que una familia se sienta menos sola”.