El viernes 3 de octubre fue un día especial en el Hospital Universitario de Navarra. En el área de Medicina Preventiva e Higiene Hospitalaria en Pamplona se vivió una jornada diferente, de emociones contenidas y abrazos sinceros. Una enfermera se despedía después de cuatro décadas de trabajo, con la serenidad de quien ha cerrado un ciclo lleno de esfuerzo, dedicación y afecto.
A lo largo de la mañana, las llamadas, los mensajes y las visitas de compañeros no dejaron de sucederse. Había algo de nostalgia, pero también mucha alegría. Ella misma lo decía entre risas: “Hoy he trabajado poco, la verdad”.
Sabía que, aunque el 17 de octubre cumplirá 65 años y será la fecha oficial de su jubilación, este viernes era realmente su último día de trabajo. “Como tenía unos días de vacaciones, hoy me despido. El 16 de octubre haremos la comida de todo el servicio en el Colegio de Médicos y hoy he traído un aperitivo por ser mi último día”, explicaba.
La enfermera reconoce que se sintió “bien, aunque un poco despistada”. Después de tantos años de rutina, el cambio se nota. “Me han llamado y felicitado muchas personas, aunque ya me he ido despidiendo esta semana. Las compañeras me dicen que les da mucha pena que me vaya".
"Hoy me he dicho: es el último día de despertador, ¡qué maravilla!”, contaba divertida. Su jornada empezaba siempre temprano, a las seis de la mañana, para recorrer andando el camino desde Barañáin hasta el hospital. “Son solo treinta minutos y me gusta. Soy madrugadora”, añadía.
Su nombre es María Paz Gutiérrez Palacios, aunque todos la conocen simplemente como Paz. Nació en Potes (Cantabria), pero se siente profundamente navarra. “Llevo aquí desde los seis años. Mis padres vinieron a Pamplona y desde entonces vivimos aquí. En Potes tenemos casa y algún familiar, pero ya soy navarra. No me voy a ir de aquí”, asegura con naturalidad.
Su historia profesional ha recorrido buena parte del mapa sanitario español. “Estudié en la Clínica Universitaria, donde terminé en 1982, y luego trabajé en la misma clínica y tres años en el Hospital de Navarra. Después saqué una oposición y me fui al Hospital Gregorio Marañón de Madrid, donde estuve diez años”.
En el año 2000 decidió volver a Pamplona, donde ha desarrollado el resto de su carrera. “Donde más he estado ha sido en Oncohematología y Hematología, 22 años en total. Hace cuatro me cambié a Medicina Preventiva, que es donde hoy me jubilo”.
Maria Paz Gutierrez, en el centro, junto a sus compañeras de trabajo en medicina preventiva del CHN. Navarra.com
Después de tantos años, lo dice con una sonrisa tranquila: “Estoy muy contenta de jubilarme. Creo que ya es hora. Estoy muy feliz y muy orgullosa de todos estos años, de mi trabajo y de mi trayectoria. He sido muy feliz trabajando y lo he hecho muy a gusto. He conocido a mucha gente y he hecho muchas amistades”. Lo que más ha disfrutado, confiesa, ha sido el trato directo con los pacientes: “Me ha gustado mucho la enfermería y el enfermo. Si volviese otra vez, volvería a estudiar enfermería”.
Casada con Juan José Sanz, quien también se jubiló en junio, Paz es madre de dos hijos, Ángel y Amaya, de 25 y 22 años. “Mi familia y mis amigos están muy contentos porque me ven feliz. Me han felicitado mucho. Son muchos años trabajando”, comenta con emoción. Entre sus planes más inmediatos están “nadar, ir al gimnasio, viajar con mi marido, visitar a mi hijo en Madrid y salir más con las amigas. No creo que me aburra. Lo importante es mantener las amistades y seguir activa”.
La jefa del servicio de Medicina Preventiva e Higiene Hospitalaria, Judith Chamorro, quiso reconocer su trayectoria: “Paz llegó hace cuatro años y hoy la despedimos, pero como nos vamos a seguir viendo, no es una despedida al uso. Es un reconocimiento a su trabajo”.
Destaca de ella su perfil profesional y su actitud diaria: “Es una persona respetuosa, muy coherente con el trabajo. Venía de un servicio de hematología, algo muy importante para nosotros. Ha aportado una visión clínica muy valiosa, especialmente sobre el paciente oncológico”.
Chamorro subraya también su carácter afable: “Nos deja su risa fácil, su disposición y su implicación. Es de esas personas que se adaptan a lo que el servicio necesita. Se ha integrado perfectamente en el equipo y deja un recuerdo muy bonito”.
Así, entre abrazos, recuerdos y risas, María Paz cerró su último día con el convencimiento de haber hecho lo que más le gustaba: cuidar a los demás.
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