Esta es una historia de rivalidad entre localidades cercanas, una en La Rioja y otras cinco en Navarra. La tradición cuenta que en pleno siglo XVI, cuando la peste asolaba la península ibérica, en Arnedo construyeron una iglesia en honor a los santos médicos San Cosme y San Damián implorando su protección. Concluidas las obras, negociaron con el Cabildo navarro la adquisición de una imagen de los dos santos, por la que pagaron religiosamente.
Hasta aquí la versión riojana, porque la versión navarra sostiene que la imagen fue sustraída de una ermita que había en las inmediaciones del castillo de Resa, cuyos restos arquelógicos se excavan cerca de Andosilla y que frecuentaban no sólo los andosillanos, sino también otros vecinos de Sartaguda, Azagra, Cárcar y San Adrián.
A finales del siglo XVI Arnedo comenzó a celebrar sus fiestas en honor de los dos santos y desde 1769 a celebrar una feria de ganado durante las mismas a la que acudían las poblaciones cercanas, entre ellas las navarras, a apenas unas horas de caminata de distancia.
Y cuenta la leyenda que los vecinos navarros, al ver la imagen procesionar la reclamaron como suya y que, al negarse los arnedanos a su devolución, la tomaron en las andas y sallieron corriendo con ella. Fue en vano, porque el pueblo de Arnedo se echó a la calle para retener a "los ladrones" e impedir su robo.
Al parecer, -siempre con el debido respeto a la parte real y a la parte de leyenda de la historia- los navarros intentaban cada año hacerse con la imagen, primero por la vía de la razón, y ante la negativa arnedana, llevársela por la fuerza. Y los vecinos riojanos, alertados ante el propósito, lo impedían.
Y de aquellos intentos "reales" de apoderarse de la imagen nació una tradición de la que hay constancia desde finales del siglo XIX, que ha llegado hasta nuestros días pero que ha transformado la rivalidad en amistad; no en vano, Arnedo y Andosilla están hermanadas oficialmente desde 1989 y los vecinos de ambas localidades participan gustosamente cada año en lo que hoy es una reivindicación teatralizada.
Cada 27 de septiembre, como cuenta el andosillano Carlos Fuertes, los navarros acuden al alba para intentar robar la imagen y tras ser agasajados por las autoridades riojanas, protagonizan durante la procesión varios intentos de robo. "Primero intentamos hacerlo utilizando argumentos dialécticos para que nos devuelvan la imagen", dice. Así, un pregonero expone las razones por las que considera que la talla debería regresar a Navarra, pero ante la negativa local, en un momento dado, el pregonero grita: '¡Navarros, tomad los santos y, a Navarra con ellos!'”.
En ese momento, el grupo de navarros toma las andas y sale corriendo por las calles de Arnedo, pero la juventud del pueblo los intercepta y lo impide.
Esto sucede dentro de la fiesta hasta en tres ocasiones, y los habitantes de Arnedo, aplauden las carreras de los navarros con el paso procesional al hombro, y se regocija cuando son "retenidos".
La fiesta ha generado no sólo el actual hermanamiento entre Arnedo y Andosilla, que data de 1989, sino también en una sana rivalidad en la que los navarros "intentamos convencer a los riojanos de que somos más altos, más guapos, más rápidos... lo que sea. Cualquier excusa, en tono de humor, es buena para intentar convencerles de que nos dejen llevarnos a los santos", dice Fuertes, que en los últimos años viene protagonizando dos de los tres pregones de la parte navarra.
El peso del protagonismo de la parte navarra de la fiesta la llevan en la actualidad los andosillanos, aunque en los últimos años cuadrillas de las otras cuatro localidades navarras "afectadas" se han sumado a la participación. "Lo único que les pedimos es que vengan vestidos de navarros, de blanco y con la faja y el pañuelo de su pueblo".
En definitiva, es una fiesta en toda regla, que fue declarada como Bien de Interés Turístico Nacional en 2019, y que permite el desarrollo de una tradición basada en unos hechos que... ¿serán ciertos o leyenda?
