SUCESOS
El mensaje urgente tras la última muerte por ahogamiento en Navarra: “Hay que tener sentido común”
Los Bomberos de Navarra alertan sobre el riesgo en ríos y pantanos tras la cuarta muerte del verano por ahogamiento en la Comunidad Foral.

Un hombre ha perdido la vida este domingo en el embalse de Nagore, en el Valle de Arce, en lo que supone la cuarta muerte por ahogamiento en Navarra en lo que va de año. El suceso ha vuelto a poner sobre la mesa una advertencia que cada verano repiten los profesionales de emergencias: la necesidad de que los bañistas sean conscientes de sus límites y actúen con sentido común antes de lanzarse al agua.
El jefe de la Sección de Prevención, Inspección y Divulgación de los Bomberos de Navarra, Alberto Garde, recuerda que la mayoría de estos incidentes no tienen que ver con las condiciones del entorno, sino con las decisiones personales. Con años de experiencia en el Grupo de Rescate Acuático, Garde ha explicado que cada temporada se registran en Navarra entre cuatro y seis muertes por ahogamiento, un número que fluctúa según la climatología y la afluencia a ríos y pantanos.
Aunque en este caso concreto se desconocen las circunstancias exactas, el responsable advierte de que los sucesos en espacios naturales no responden a un único patrón. Pueden deberse a una indisposición repentina, a entrar en zonas profundas confiados en que se hacía pie, o a lanzarse al agua bajo los efectos del alcohol o de otras sustancias.
“Hay que tener sentido común”, ha señalado. Para él, la prudencia empieza en elegir un lugar seguro, no bañarse si no se sabe nadar, y nunca lanzarse a un rescate improvisado. “Si no sabes hacer un rescate, esa persona se te agarrará porque le va la vida en ello, y ambos podéis acabar ahogados. No es nada sencillo”, ha subrayado.
Este verano, los datos preocupan: Navarra ya acumula cuatro víctimas mortales. Tres en pantanos —Yesa, Alloz y Nagore— y otra en las piscinas de Villafranca cuando estaban cerradas al público. La presencia de socorristas, como ocurre en Alloz, no siempre es suficiente para impedir el desenlace fatal. El tiempo de reacción es clave, y un ahogamiento puede producirse en cuestión de segundos.
En las piscinas públicas, el riesgo está mucho más controlado. El fondo se ve con claridad y es más fácil detectar a un bañista en apuros. Sin embargo, Garde advierte que los problemas se trasladan a las piscinas privadas, pequeñas y sin personal de vigilancia, donde los niños pueden correr un serio peligro si no hay supervisión constante durante reuniones familiares.
La diferencia entre las piscinas y los ríos o embalses es radical. En los espacios naturales, el entorno es cambiante. Una riada puede alterar el fondo de una poza en cuestión de meses: donde antes había agua, puede haber ahora piedras, y donde se hacía pie, de pronto no se toca fondo. El pantano de Alloz concentra el mayor número de incidentes, no porque sea más peligroso, sino porque es un espacio muy concurrido, con gran extensión de orillas y un elevado número de bañistas.
El ocio y el consumo de alcohol agravan el riesgo. “La gente va a pasar el día, se bebe unas cervezas, se vuelve más valiente y controla menos”, ha reconocido Garde. Una combinación peligrosa que multiplica los accidentes en lugares donde la señalización apenas puede advertir de los cambios constantes del medio. “El problema habitualmente no es del entorno, es de la persona”, ha concluido el jefe de Bomberos.
El baño en ríos y pantanos es un plan recurrente de verano en Navarra, pero las autoridades insisten en que la prevención personal es la mejor herramienta para evitar tragedias. La responsabilidad individual, la vigilancia a menores y la moderación en el consumo de alcohol son las claves que, según los expertos, pueden marcar la diferencia entre una jornada de ocio y un desenlace fatal.