Ruido, molestias, gritos... Son las 00:30 de la noche y los vecinos de un inmueble del barrio de Ezcaba de Pamplona no pueden dormir, así que deciden llamar a la Policía Municipal.
Algo que puede ser bastante normal en determinados barrios por las conocidas fiestas de estudiantes se antojaba extraño en un barrio residencial como el que cae a las faldas de San Cristóbal, de manera que una patrulla se personó en el lugar.
Dos agentes subieron hasta el piso desde el que salían los ruidos en cuestión. Parecía una discusión elevada de tono con voces de hombre y de mujer.
Los dos policías llaman al timbre del domicilio, y nadie abre la puerta. Lo vuelven a intentar pasados unos minutos y finalmente se oye como desde dentro alguien gira una llave en la cerradura y la puerta se entorna.
Aparece una mujer de mediana edad que, cuestionada por los agentes, desmiente que en el interior del domicilio se estuviera produciendo discusión alguna, algo que los propios agentes habían podido comprobar personalmente.
En ese momento, preguntaron a la mujer si había alguien más en el domicilio a lo que la mujer, visiblemente nerviosa, respondió afirmando que estaba sola.
Le pidieron permiso para poder entrar al interior del piso, a lo que la mujer accedió. En una rápida inspección, escondido en un armario encontraron a un hombre de 40 años de edad a los que la patrulla pidió que se identificara. El hombre se negó.
Finalmente consiguieron tras mucho intentarlo que les facilitara su documentación. Cuál no sería la sorpresa de los agentes cuando comprobaron por radio que sobre esa persona recaían dos órdenes diferentes de búsqueda y captura para ingreso en prisión dictadas por un juzgado de Pamplona.
El hombre fue detenido y trasladado a dependencias policiales desde donde esta misma mañana ingresará en la cárcel.
