En el camino de los peregrinos, entre los pasos cansados de quienes recorren la histórica ruta, se esconde un rincón que no pasa desapercibido. Una pequeña cafetería que, más que un simple punto de descanso, se ha convertido en un homenaje a lo antiguo y a lo local. Con una decoración vintage que traslada al visitante a otra época, y una carta que apuesta por productos de proximidad, la experiencia en este establecimiento va mucho más allá de un café. Es un viaje sensorial que te envuelve en cada rincón.
La historia de Casa Martija comienza a tejerse en un local de 1872, cuya tradición va más allá de los aromas que inundan su interior. A lo largo de los años, el establecimiento ha sido testigo de miles de historias, todas guardadas entre las paredes que ahora adornan estanterías repletas de objetos antiguos.
Desde una máquina registradora proveniente de Estados Unidos hasta utensilios de campo que cuelgan del techo, todo en este lugar habla del pasado. Fue a principios del siglo XX (1905) cuando el nombre Martija se consolidó para este espacio, aunque la tienda originalmente se conoció como Casa Oreja.
“Nos embarcamos en este proyecto un poco a lo loco, sin saber mucho de hostelería, pero aquí estamos, y estamos muy contentas”, comenta Marta Busto Montalvo, una de las encargadas de este encantador lugar. Junto a su madre, Elena Montalbo Herrera, Marta se hizo con el control del local en 2018.
“Elena había tenido antes una floristería en el pueblo, y después trabajó en Pamplona. Decidimos arrendar el local porque nos ofreció el dueño, Javier Martija, descendiente de los antiguos propietarios y historiador. Él decoró todo con objetos antiguos, manteniendo el carácter que tanto atrae a los visitantes”, explica Marta.
Aunque la ubicación de Casa Martija en el camino de Santiago atrae a peregrinos de todo el mundo, la cafetería también ha encontrado su espacio entre los habitantes locales y turistas que visitan la zona. Al ser un lugar emblemático para los caminantes, el establecimiento recibe una gran cantidad de visitantes durante la temporada alta, especialmente en verano. “Nos encanta la afluencia de turistas, sobre todo ahora, con los peregrinos. En invierno, el pueblo se queda más tranquilo, pero en los meses más cálidos, la actividad es constante”, comenta Marta.
Lo que más sorprende a los visitantes, sin embargo, no es solo la belleza de la decoración, sino también la calidad de lo que ofrecen. En la carta, productos de proximidad como el vino de Lezaun, conservas de Larraga y pastas de Olite son los protagonistas. “Vendemos principalmente café, bollería, pasteles y productos locales. Todo lo que ofrecemos tiene una conexión directa con la región, y eso es lo que más nos gusta”, asegura Marta. La oferta no se queda ahí: además de las bebidas, también se pueden disfrutar de bocadillos gourmet, repostería artesanal y platos caseros, todos ellos elaborados con ingredientes frescos y de calidad.
Interior de la cafetería José Martija en Puente la Reina. Navarra.com
No es de extrañar que quienes pasan por el local se detengan no solo a degustar un café, sino a admirar la decoración única que le da ese aire de “pequeño museo” que tanto aprecian los más mayores del pueblo. “Les recuerda a su juventud. Les gusta ver todos esos objetos antiguos, como las máquinas del campo, y sentir que están retrocediendo en el tiempo. Hay algo mágico en este sitio”, comenta Marta. Para aquellos que buscan un lugar diferente para relajarse, ya sea con un café o una conversación con amigos, Casa Martija se ha convertido en un espacio de encuentro, tanto para los locales como para los turistas.
En las redes sociales, las reseñas sobre el local no se hacen esperar. “Fuimos a desayunar antes de volver a Zaragoza y nos encantó. Me sentí como en la infancia en la pastelería de mi pueblo, con esa decoración tan única. El café estaba riquísimo y la variedad de repostería, increíble”, comenta un cliente. Otro, alucinado por la atmósfera que se respira dentro, afirma: “Es como retroceder en el tiempo. Estaba decorado con gusto y se nota que el local tiene mucha historia. Lo recomiendo al 100%, ya sea para tomar un café, una pasta o incluso para llevarte algún producto local como recuerdo”.
Fachada de la cafetería José Martija en la calle Mayor 104 de Puente la Reina. Navarra.com
En el corazón de este pueblo navarro, Casa Martija no solo ofrece productos de calidad y una decoración única, sino que también ha logrado mantener vivo el espíritu de un lugar que, pese al paso del tiempo, sigue siendo un punto de referencia para quienes buscan una experiencia auténtica en su visita.
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