COMERCIO LOCAL
Koldo dice adiós esta Navidad a 35 años en la tienda más divertida de Pamplona y ya tiene relevo
El pamplonés Iñaki Tena es la persona que coge el testigo en un local muy conocido en la ciudad por sus disfraces.
Koldo Nava Vicente vive estas semanas con un nudo en el estómago y una sonrisa a la vez. A sus 66 años, el vecino de Burlada afronta “su última Navidad trabajando” y ha empezado a despedirse de un mostrador que ha sido su casa durante 35 años en Pamplona.
La escena ha ocurrido en La Máscara, la conocida tienda de disfraces del barrio de Iturrama, en la capital navarra, un local que en estas fechas ha vuelto a tener ese trajín inconfundible de quien entra con prisa, pide consejo y sale con una bolsa llena de ideas. El establecimiento está en la calle Abejeras 6, muy cerca de la Plaza de los Fueros, en una zona con mucho movimiento comercial.
“Todo llega. Es la última Navidad que paso en la tienda. Estaremos un poco para enseñar al nuevo propietario hasta Carnaval y ahora a la buena vida. Dar las gracias a toda la gente que ha pasado por aquí. A un montón de clientes fijos y amigos que tenemos y despedirme. No queda otra”, ha expresado Koldo, que ha explicado que su plan ha sido quedarse un tiempo para que el relevo sea de verdad un relevo y no un salto al vacío.
El comerciante ha contado que se ha encontrado bien, pero que el cansancio se ha ido acumulando año tras año. “Estoy bien. Podría seguir tranquilamente pero ya estoy un poco cansado de 35 años seguidos que ya es demasiado. Desde el año 90 y ya son años y es hora de que lo lleve otra persona”, ha relatado. Y ahí, en esa frase, se ha notado el peso de las campañas, los carnavales, las navidades y los días en los que el barrio parecía entrar en fila a por el disfraz perfecto.
Aun así, Koldo Nava no ha hablado de cierre, sino de continuidad. Subraya que le hace ilusión que la tienda siga adelante y que el testigo lo haya recogido alguien cercano: “Muy contento de que siga la tienda y que continúe con un navarrico que vive muy cerca. Está ilusionado y le deseo que le vaya muy bien”.
El adiós también ha tenido algo de liberación. Koldo ha descrito con detalle cómo se ha imaginado esta nueva etapa: “Ahora le voy a pegar a patear por el monte, bici, gimnasio y amigos que en Burlada gracias a Dios tengo montones de amigos y sobre todo tranquilidad. Salirme un poco del mundo este capitalista. Pagar lo justo agua, luz, gas y ya está. Habrá que cambiar un poco el modo de vida y con que llegue para comer me vale”. Y ha añadido que en casa lo han recibido con alegría: su familia “está contenta porque he peleado mucho en la tienda y a ver si la veo un poco más”.
El vínculo con la clientela ha sido, precisamente, lo más difícil de soltar. No ha hablado de compradores, sino de gente conocida. “A los clientes les da mucha pena como a mi. Tenemos una relación de amigos. Te piden favores y yo a ellos. Es como una familia. Lo entienden porque algunos de ellos también se jubilan y son de la misma edad”, ha explicado, poniendo palabras a esa relación de años en la que el disfraz era casi lo de menos.
En esa historia también ha estado Edurne Cuadrado, la empleada que ha trabajado con él durante 22 años. Koldo la ha definido como una pieza clave en la tienda y ha contado que su decisión ha ido ligada a la suya: “Edurne lleva conmigo muchos años. Es una gran dependienta. Me dijo que cuando me vaya yo ella también porque está cansada y mantenemos una relación muy buena. No quiere seguir y lo deja”. Edurne, de 48 años, ha acompañado estos primeros días de transición mientras el nuevo propietario se ha ido ubicando entre pasillos y estanterías.
El relevo lo ha tomado Iñaki Tena Aguinaga, pamplonés de 39 años, que ha explicado que el salto le ha resultado natural por cercanía: “Principalmente porque la tengo al lado de casa, en la misma calle Abejeras. Me enteré de esta oportunidad y me animé. Me lancé a la piscina”. Antes de esta aventura, ha recordado que ha tenido un negocio de hostelería: “Antes tenía un restaurante, el Arkupe en Iturrama, que lo dejé después de casi tres años”. Y ha resumido su perfil con franqueza: “Me da igual vender cervezas o disfraces. Soy o me considero comercial”.
Iñaki ha contado que la transición ya ha empezado en serio y con fechas concretas: “Estoy ya funcionando desde el 1 de diciembre con Koldo y Edurne, y muy bien. Contento. Es el principio”. También ha señalado que el trabajo no está solo en la puerta del local: “Además de la tienda está la pagina web”. Y ha puesto números al tamaño del negocio que recibe: “La tienda tiene miles de artículos, unos 2.500, y hay mucho trabajo con la clientela hecha. Yo cojo ese legado”.
En el día a día, el nuevo responsable ha confesado que el gran reto inicial ha sido orientarse en un local grande, con referencias y rincones que Koldo localizaba de memoria: “Estamos empezando con mucho trabajo aprendiendo dónde están las cosas porque la tienda es muy grande. Hay que localizar los productos”. Ha añadido, además, un dato sobre el tipo de público que más se ha dejado ver: “Viene gente joven como un 70%”.
Y en una tienda de disfraces, siempre hay historias que arrancan una risa. Iñaki ya ha compartido una de las primeras: “Hay una cuadrilla que me ha comprado disfraces de rata con el sombrero y todo como cosa curiosa”. Edurne Cuadrado también ha citado otra venta llamativa de estos días: “Hemos vendido un Elfo, como curiosidad”. Y ha apuntado un cambio que ha percibido con el paso del tiempo: “En disfraces infantiles te sorprendes más porque es un mundo paralelo. Ha crecido mucho”, ha concluido.