COMERCIO LOCAL
La familia que recorre casi 200 kilómetros todos los días para abrir su modesto bar en Pamplona
"Es una aventura el ir y volver. No tenemos ni donde ir a descansar media horita con una medio siesta”, ha relatado.
Una familia boliviana ha convertido el esfuerzo diario en rutina para levantar la persiana del bar TJ Gure Ibaia en Pamplona: casi 200 kilómetros cada jornada, ida y vuelta, para que el local esté abierto y la cocina eche a andar.
El bar está en la calle Río Araxes 7, en el barrio de La Milagrosa, y se ha asentado en una zona con mucha presencia de vecinos latinoamericanos que se han ido abriendo camino en los pequeños comercios. Muy cerca están la panadería Soto, la peluquería París o el supermercado Unide que abre todos los días del año.
Lo llamativo es que la familia boliviana reside en Tudela, a 94 kilómetros de la capital navarra. Ese trayecto les obliga a encadenar cada día cerca de 100 kilómetros para llegar a Pamplona y otros 100 para volver después de la jornada de trabajo.
Al frente del bar está Teresa Lidia Fernández, natural de Bolivia y de 63 años, junto a su marido Tito y su hija Gabriela. Ella se ha quedado en la cocina preparando los platos, mientras ellos han atendido en la barra, en un reparto de tareas que les ha permitido sostener el ritmo.
Teresa ha repasado su historia en Navarra antes de ponerse al mando del local. “En Navarra llevo 19 años. En Pamplona solo cuatro. Tres años estuve en otro bar en la calle Guelbenzu y éste lo he cogido hace cinco meses”, ha explicado sobre los pasos que le han traído hasta el popular barrio de La Milagrosa.
La jornada ha empezado pronto y ha terminado tarde. “Nos levantamos a las 7 de la mañana y abrimos el bar a las 10 de la mañana. Estamos todo el día y hacia las diez de la noche vuelta a Tudela. Es una aventura el ir y volver. No tenemos ni donde ir a descansar media horita con una medio siesta”, ha relatado.
En la parte más sabrosa del proyecto, el bar se ha apoyado en la comida boliviana. “Tenemos comida latina como salteñas, sopa de maní, chicharrón… solo comida de Bolivia, pero estoy pensando hacer desde enero desayunos y almuerzos para todo el mundo”, ha adelantado Teresa.
También han apostado por un menú diario para ir ganando clientela. “Damos menús de lunes a viernes a 14,50 euros con dos primeros, dos segundos y refrescos. Poco a poco va entrando la gente”, ha comentado la responsable del local.
La hostelera ha reconocido que el vínculo con la ciudad ha pesado en la decisión. “A mí me encanta Pamplona. Por eso estoy aquí. En Tudela he regentado once años el restaurante Migas y luego dejé y me vine. Me gusta el ambiente, lo verde que es, la gente. En todo este tiempo no he ido a mi país para nada”, ha contado.
Y ha añadido que espera jubilarse en Pamplona: “La gente de Pamplona es muy maja… Son los que me ayudan tomando café por las mañanas, con las cañas y los vinos. Sino no saldría adelante”. El bar solo ha cerrado los miércoles.
En estos pocos meses, el bar ha cambiado de cara y de ambiente. Según explican, antes había mucha gente bebiendo hasta altas horas y ahora se ha convertido en un local donde se puede ir con la familia a comer con tranquilidad.
Las reseñas de clientes en redes sociales han ido en esa línea, con mensajes como estos: “Muy buena comida casera. Un sitio pequeño pero la comida mejora todo con buen sabor. Te hace viajar a los platos bolivianos, una experiencia deliciosa. El fricasé insuperable. Muy buena comida, calidad y cantidad, precio justo”.