El café Barista ha abierto sus puertas en Pamplona con una inauguración que ha tenido lugar este sábado 7 de septiembre. Está situado en la calle Monasterio de Urdax 2 en el barrio de San Juan.
Está muy cerca de otros establecimientos que hemos conocido en esta sección de comercio local, como es el caso de la óptica Gafas en la calle Monasterio de Urdax 22, o el conocido bar Danubio con sus espectaculares pinchos de tortilla y ensaladilla rusa.
La pareja formada por la hondureña Ivis Romero de 27 años y el colombiano Robinson Velez de 37 años han recuperado una cafetería que cerró sus puertas por sorpresa hace poco más de un año, la antigua Zucitola, en el barrio de San Juan con el nombre de café Barista.
"Yo había trabajado dos años en el Molino Errotazar en la Rochapea y quise independizarme con algo propio y no una franquicia, que era mi sueño. Lo he cumplido gracias a mi marido que me motivó a seguir adelante y lo hemos logrado hasta hoy. Estamos muy contentos", asegura Ivis.
Ivis lleva seis años en Pamplona: "Ya es mi casa. Me siento en familia, muy acogida. Mi marido lleva veinte años aquí y también está enamorado de la ciudad. Nos conocimos hace cinco años y tenemos una niña", afirma.
En cuanto a la inauguración del local, señala: "Fue muy bien. Nos recibieron muy bien. La gente estuvo muy agradable. Nos pedían el mismo café de siempre y encantados de tenerlo nuevamente", comenta Ivis.
Los pasteles lo traen de un obrador de Arre, Tania, "que es muy buena. Hasta hoy las personas que los han probado están muy satisfechos. Todos los que han venido nos dicen que venían antes y están repitiendo sus visitas".
También van a vender "el café en grano que los clientes nos lo demandan. También ofrecemos pan a la venta que antes no había, con refrescos, infusiones frías y calientes, etc", asegura la dueña del café.
Su marido Robinson Velez le ha pegado a todo después de veinte años en la capital navarra: "He sido pintor, he trabajado en la obra, he hecho de repartidor, de todo y esto es un negocio inspirado en que mi esposa quería tener un local propio".
Se deshace en elogios a la ciudad que le acoge: "Como en Pamplona no hay ninguna ciudad. Me quiero morir aquí.... dentro de muchos años. Esta es mi casa. Ya tenemos una hija. Dios nos ha labrado el camino para seguir aquí", concluye Robinson.
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