La Sombrerería Gutiérrez de Pamplona ha bajado la persiana para siempre este jueves. Lo ha hecho tras 185 años de historia y con una escena que ha dolido a muchos: la retirada de los carteles con su apellido de la fachada. Hace solo unos días, un cartel en el escaparate anunciaba el final con dos palabras demoledoras: "Últimos días".
Era un desenlace esperado, pero no por ello menos triste. Ya en septiembre de 2024, hace cinco meses, la tienda había iniciado una liquidación por jubilación, como recogió Navarra.com. Está muy cerca de otros establecimientos que hemos conocido en este apartado de comercio local en la ciudad.
Sin embargo, su propietario, Rafael Gutiérrez Goñi, prefirió no dar muchos detalles en aquel momento y se limitó a decir: "Estamos liquidándolo todo" y "Ya hablaremos más adelante".
No era una tienda cualquiera. La Sombrerería Gutiérrez ha sido un símbolo del Casco Antiguo de Pamplona, un pequeño pero inconfundible local en la Plaza del Ayuntamiento, justo en la esquina con la calle Mercaderes. Desde allí, ha visto pasar generaciones de pamploneses y ha resistido los cambios del comercio durante casi dos siglos.
El negocio comenzó en 1840, cuando su fundador, Teodosio Goñi Reclusa, vendía alforjas, mantas y boinas. Con el tiempo, fue evolucionando hasta convertirse en un auténtico bazar textil, donde se podía encontrar de todo.
Desde sombreros, gorros, guantes, bufandas, camisetas, paraguas, pañuelos y fajas de San Fermín. Pero si algo lo caracterizaba, eran sus boinas de la marca Elósegui y las botas de vino de Tres ZZZ, productos icónicos que han acompañado a varias generaciones.
La historia de la sombrerería es la de una familia volcada en el negocio durante cuatro generaciones. Tras su fundador, tomó el relevo su hijo, Marcelino Goñi Cenoz, y más tarde, su nieta María Pilar Goñi Pérez, quien se casó con Martín Gutiérrez Jimeno. Finalmente, ha sido su hijo, Rafael Gutiérrez Goñi, quien ha mantenido vivo el comercio durante más de 50 años.
El cierre de la Sombrerería Gutiérrez marca el fin de una era para el comercio tradicional de Pamplona. Un negocio que ha sobrevivido a guerras, crisis y cambios de moda, pero que finalmente ha dicho adiós, dejando huérfana a la esquina más sombrerera de la ciudad.
