En la actualidad, tanto los pequeños comercios locales como las grandes empresas y franquicias conviven en el mismo terreno y luchan por ganar la atención de la misma clientela. Sin embargo, hay ciertas presiones que esos establecimientos de toda la vida no pueden aguantar, provocando su cierre permanente.
Desgraciadamente, Manolo Jaka se está acercando a esa terrible situación. Dueño de la peluquería Manolo Jaka en la avenida Bayona 45, en el barrio de San Juan, se está viendo obligado a traspasar su negocio después de tantos años cortando el pelo.
Esta peluquería está rodeada de otros muchos negocios que hemos visitado en esta sección de comercio local como el The Beer Garden, con su increíble terraza, o el gimnasio fitness Brooklyn Fitboxing.
Manolo Jaka empezó a tratar el cabello en su pueblo natal, Echarri-Aranaz. Su padre era barbero en el pueblo y Jaka aprendió del oficio gracias a él. Al cumplir los 17 años, se marchó por su cuenta a Barcelona para trabajar en una peluquería de mayor escala. "Ahí es donde tuve mis inicios, pero al poco tiempo di un salto enorme y me marché a Caracas, Venezuela, a trabajar por dos años", explica.
"Ya me habían contratado antes de marchar y me pagaron el viaje y todo. El contrato era de dos años, pero esos dos años se tradujeron en 32 años. En esa estancia en Caracas me independicé y fundé algunas peluquerías por mi cuenta. Mis dos hijos nacieron allí también. Pero a raíz de la revolución chavista tuvimos que malvender todo y nos asentamos en Pamplona", continúa el dueño.
Desde entonces, Manolo Jaka ha estado en la avenida Bayona durante 17 años. Tuvo otra peluquería en Pamplona, pero se la traspasó a una de sus antiguas empleadas. "Los primeros 4 o 5 años aquí fueron increíbles. Eso me llevó a abrir mi segunda peluquería en la calle Esquíroz. Pero con el tiempo empezaron a surgir problemas como el coronavirus o con la inmobiliaria", cuenta Jaka.
Tras tantos años dedicado al estilismo capilar, Jaka está cerca de ponerle punto final a su negocio. "Ha sido un gran esfuerzo de trabajotodos los días y el beneficio no es muy grande porque hay que pagar alquiler, el personal, luz, agua", detalla.
"Si por mí fuera, yo seguiría trabajando. A mí me encanta hacer esto, es lo que siempre he hecho y me gusta. Tengo unas clientas que vienen desde que empecé y unas trabajadoras maravillosas. Pero es muy complicado. No solo está pasando con mi negocio, muchos otros negocios pequeños también pasan por lo mismo", añade.
El peluquero es autónomo y destaca las grandes dificultades que tienen los trabajadores como el comparadas con otras franquicias: "Me da la impresión de que ahora uno no puede emprender. Todo se encarece muchísimo y, por si fuera poco, a los más jóvenes les da reparo hacerse autónomos. El Gobierno tampoco es que ayude especialmente a este tipo de trabajadores, sino que parece que les pone más trabas".
Jaka publicó hace meses varios anuncios de que traspasaba su negocio. "Me han llamado algunas personas, pero de momento no se ha concretado nada. Yo ya he puesto una fecha límite al traspaso. Ya la dejo para que la continúen las nuevas generaciones", revela Jaka.
"Mis hijos, que ya son adultos, no están interesados en continuar con este negocio. Les di libertad para estudiar y aprender de lo que les gustaba, y ahora uno está en Praga y otro en Alemania. Ellos solo vienen a Pamplona para que les corte el pelo y, lo mejor de todo, es que también me traen a sus amigos", finaliza Manolo Jaka entre risas.
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