Han protagonizado una carrera tan rápida como peligrosa, corriendo muy separados y permitiendo correr a los mozos.
Había muchas ganas de ver a los toros de la ganadería lodosana de Pincha en el encierro de Tafalla, y no han defraudado. La ganadería ha tenido un comportamiento muy noble, pero sobre todo, han corrido muy separados unos de otros, lo que ha liberado muchos huecos entre las astas y ha habido toro para todo el que ha querido ponerse delante.
Con puntualidad británica, a las nueve de la mañana sonaba el cohete que anunciaba la apertura de los corrales. Enseguida un manso han enseñado el camino a la manada, pero los toros de Pincha han cogido enseguida la iniciativa y se han distanciado poco a poco de los cabestros.
Es, tal vez, el escenario perfecto para los corredores: ganado bravo, pero noble, que corren por separado. Desde el comienzo se ha visto que iba a ser un encierro de disfrute.
Un toro ha tomado la iniciativa y ha hecho prácticamente todo el primer tramo por la acera de la Avenida Severino Fernández, con el consiguiente peligro. En la curva de Plaza Cortés la manada estaba ya rota y por la larga avenida de Sangüesa han desfilado prácticamente en fila de a uno, fijándose en los lado, aunque, afortunadamente, sin lanzar derrotes.
Por la curva de la Avenida de Nuestra Señora de Ujué los toros de Pincha han pasado con la suficiente separación entre sí como para que los mozos gozarán con bonitas y largas carreras antes de meterse en los corrales de la palza.
No ha habido que lamentar heridos de gravedad. Sólo cinco atenciones, todas ellas por caídas y golpes, ninguna por cornada o por pisotones de los astados.
