La emoción se ha apoderado este domingo de la plaza Alfredo Floristán de Pamplona durante la entrega del primer premio del Concurso de Chistorra de Navarra 2025, organizado por el Gremio de Carniceros y Charcuteros. Entre aplausos, abrazos y lágrimas, el ganador, Carlos Iriguíbel Lanceta, ha recibido el galardón que reconoce a la mejor chistorra del año en la Comunidad Foral.
El año pasado el primer premio fue para el carnicero Félix Aramendía de Estella, que este domingo ha sido una de las personas encargadas de entregar los diferentes premios.
Con la txapela recién colocada, Carlos Iriguíbel ha bajado del estrado visiblemente emocionado. Se ha acercado a su padre, Ángel Mari Iriguíbel, de 81 años, y lo ha abrazado entre lágrimas antes de colocarle la txapela conmemorativa sobre la cabeza. Un gesto sencillo pero cargado de significado que ha desatado los aplausos del público.
La chistorra premiada lleva el sello de la carnicería Iriguíbel, un negocio familiar de Huarte que este año ha vuelto a conquistar al jurado. Es la tercera vez que Carlos se alza con este prestigioso reconocimiento, tras sus victorias en 2016 y 2024.
“Es un orgullo porque mi padre me ha enseñado a hacer la chistorra y el premio es para él. Es la tercera vez que conseguimos este galardón. El secreto del éxito está en la pasión y en hacer las cosas bien cada día”, ha compartido con la voz entrecortada.
El carnicero, que no ha podido contener las lágrimas, ha reconocido entre risas que “somos llorones, es lo que hay. Nos emocionamos fácil. Ahora estamos la cuarta generación con mi sobrino Adrián, y al final el pequeño comercio tiene que luchar por hacer bien las cosas, sus recetas… Para nosotros es un orgullo estar aquí por tercera vez. Es una pasada”.
En la familia Iriguíbel, la chistorra no es solo un producto, sino una herencia que se transmite de generación en generación. “Mi abuelo Santiago empezó con la carnicería, siguió mi padre y él nos enseñó a hacer la chistorra. Es un orgullo muy grande porque el pequeño comercio lucha y demuestra que resiste y hace muy bien las cosas”, ha explicado Carlos, recordando los orígenes de un negocio que ya forma parte de la historia local.
De su chistorra ganadora destaca “el equilibrio y que es una chistorra suave”. Confiesa que siempre acude al certamen con la esperanza de ganar, aunque no siempre lo ha conseguido. “Siempre espero ganar. Me he llevado muchas decepciones y cuando te nombran es una pasada. Un premio así se nota en la venta, repercute. Muy contento. La verdad que súper contento”, ha contado entre sonrisas.
La carnicería Iriguíbel abrió su primera tienda en 1950 y hoy es una referencia en Navarra. Actualmente cuenta con cuatro locales: dos en Huarte (en las calles Portal 1 y Pérez Goyena 8-10), uno en Villava (calle Las Eras 9) y otro más reciente en Mutilva, en la plaza Valle de Aranguren 11, inaugurado en diciembre de 2024. En la actualidad, el negocio lo gestionan los hermanos Roberto, Maribel y Carlos Iriguíbel, junto con Adrián, que representa la cuarta generación familiar.
Entre los valores que distinguen a la firma, Carlos destaca la apuesta por mantener el relleno artesanal. Él mismo realiza este trabajo en la carnicería de la calle Portal nº1 de Huarte. “Es la misma receta que hacía mi abuelo y después mi padre, pero un poco amoldada a los gustos de ahora”, explica con orgullo.
El proceso, dice, no es complicado, aunque requiere dedicación. “Tal vez es más trabajoso limpiar las tripas en las que se embute que hacerlo en sí. Nosotros utilizamos intestino de cerdo duro y los lavamos a conciencia en agua con sal. Es la primera premisa y casi la más importante”, detalla.
El modo más popular de disfrutar de su chistorra es frita con salsa de tomate, aunque él tiene su propia preferencia. “No tiene ningún truco culinario especial. En la mayoría de las casas se corta en medallones, se fríe con poco aceite y se le añade una salsa de tomate; si es casera, mejor. A mí me gusta más con una piperrada”, confiesa.
Para Iriguíbel, la chistorra es mucho más que un producto típico: es una tradición que no debe perderse. “Es un producto que no podemos dejar de hacer porque tenemos muchos clientes, sobre todo clientas, que nos lo piden, y sería una pena que llegara a perderse”, lamenta. Aun así, reconoce que no comprende por qué “apenas ha salido de Navarra; es más, apenas ha salido de la cuenca de Pamplona”.
Este domingo, entre lágrimas y aplausos, la emoción ha sido el ingrediente principal en Pamplona. Y la historia de los Iriguíbel, un recordatorio de que detrás de cada buena chistorra hay mucho más que carne y especias: hay familia, oficio y una pasión que sigue pasando de padres a hijos.