Pamplona guarda secretos escondidos, ocultos muchas veces. Otras no tanto, pero que pasan desapercibidos a los ojos de los pamploneses, tal vez demasiado acostumbrados a transitar por delante de la historia una y otra vez sin ser del todo conscientes de que si los muros, balcones y portales hablaran, contarían miles de historias.
Así sucede en el número 6 de la calle San Antón, en un edificio de 1641, en el que la Fundación Echauri tiene su sede y en el que se exhibe de manera permanente la colección del genial pintor pamplonés Miguel Echauri, uno de los más importantes artistas navarros del siglo XX.
El edificio está construido sobre dos solares góticos en la antigua rúa de las Tiendas de Pamplona, muy cerquita de la Plaza del Consejo, que hoy nos evoca a todos el 'momentico' de la procesión de San Fermín con el cántico de la jota de Madurga en voz de la Coral de Santiago; pero que se llama así porque justo frente al Palacio de Guenduláin, cerrando lo que en la actualidad es la salida a la Plaza de San Francisco, se encontraba el Consejo Real de Navarra.
La construcción la ordenó Marcos de Echauri a comienzos de la década de los 40 del siglo XVI y, casualidades de la vida, tirando de línea geneaológica hacia atrás, resultó ser antepasado directo de Miguel y Fermín Echauri, actuales propietarios del edificio.
Marcos de Echauri era un jurista, oidor y secretario de la Cámara de Comptos y consejero del Consejo Real, de ahí la cercanía de la casa al edificio del Consejo. En los salones de este palacio se reunían con habitualidad diversos cuarteles de la ciudad para dirimir 'en casa del jurista' los pleitos que les afectaban.
La familia Echauri habitó el edifició hasta el siglo XIX que pasó a ser propiedad del Ducado de Elío. Si las paredes de la casa hablaran podrían contar la historia de Joaquín de Elío y Olondóriz, que nació entre esos muros y murió ajusticiado a garrote vil en Valencia siendo general de las tropas absolutistas de Fernando VII, a quien siempre fue leal. Su viuda fue recompensada con el Marquesado de Lealtad por ello. O de uno de sus descendientes, Joaquín Elío y Ezpeleta, importante militar carlista.
Pero el caso es que el Palacio, que es la residencia de los hermanos Miguel y Fermín Echauri, y que fue recuperado por ellos para convertirse en sede de la fundación que lleva el nombre del pintor, guarda bellísimos secretos del pasado entre sus muros. En especial la monumental escalera interior y su cúpula que están tal y cual fueron concebidas en su construcción original y que habla de la nobleza del edificio.
En el interior, y entre las obras de Miguel Echauri, delicadísimas piezas de arte: tapices, esculturas de bronce y policromías barrocas, exquisitos bargueños y sillones estilo Luis XVI; todos ellos originales, decoran las diferentes estancias con el gusto de Fermín Echauri, quien ha dedicado su vida no sólo a la decoración, sino también en su faceta como anticuario y galerista.
Y todo es visitable. La Fundación hace visitas guiadas todos los días laborables a las 12:00 y a las 19:00, previa reserva. En dicha visita, y de un modo didáctico y expositivo se muestra y se dan detalles de las carcaterísticas arquitectónicas y decorativas del edificio, así como de las obras de arte que lo decoran; en un recorrido en el que lo principal, la obra de Miguel Echauri, cobra todo el protagonismo.
La intención de la Fundación al ofrecer estas visitas es la de mostrar la amplia obra pictórica de este artista navarro en una ambientación adecuada que resalta su valor, y en un entorno de obras de arte que hacen que la visita se convierta en una experiencia estética única, y que deja en el visitante una sensación inolvidable.
A todo ello hay que sumar las continuas exposiciones de artistas de todas partes que muestran sus obras en la galería de la fundación y a los recurrentes cursos de arte y conferencias que se imparten en su sede.
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