La presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite, sigue de fiesta. Sólo se ha dejado ver en poco más de cuatro ocasiones desde que comenzó el verano, o mejor dicho, desde que el juez que investiga la corrupción socialista de su amigo y mentor político, Santos Cerdán, emitiera el auto de prisión incondicional por ser el presunto cerebro de la trama.
Desde entonces no se le conocen actos institucionales, ni desde el Gabinete de Comunicación del Gobierno de Navarra se han remitido -como era costumbre hasta esa fecha- comunicados sobre prácticamente todo lo que la presidenta hacía tanto en el Palacio de Navarra, como fuera de él.
La presidenta pasó desapercibida en las fiestas de San Fermín en Pamplona, donde no tuvo ninguna actividad institucional enel entorno festivo, más allá de una visita al dispositivo sanitario del Hospital Universitario de Navarra. Su primera aparición pública fue en el cohete anunciador de las fiestas de Tudela, donde apenas se dejó ver y tampoco se asomó en exceso a los balcones de la Casa del Reloj.
Posteriormente acudió al cohete de Tafalla, donde, desde el despacho del grupo municipal de Bildu, se exhibió una pancarta de apoyo a los presos de la banda terrorista ETA. Allí, preguntada por los medios de comunicación, señaló que si no acudía a declarar al Parlamento de Navarra sobre los casos de corrupción que rodean a su partido y las adjudicaciones de obra pública de su gobierno, era porque los grupos parlamentarios así lo habían decidido.
A la presidenta se le olvidó comentar que ella es la secretaria general del Partido Socialista de Navarra, y que fue precisamente el partido que dirige y el grupo parlamentario que preside el que pactó con los proetarras de Bildu y los nacionalistas de Geroa Bai el voto en contra a su comparecencia.
Este martes ha vueltoó a aparecer en un contexto festivo: el encierro del Pilón de Falces. Hasta allí acudió acompañada de la delegada del Gobierno en Navarra, Alicia Echeverría.
Antes, apenas había tenido un encuentro privado con el waterpolista Alberto Munárriz, recientemente proclamado campeón del mundo con la Selección Española, y un breve paso por el centro de coordinación del incendio de Muruzábal, que se prolongó durante cinco días. Y se acabó.
No ha tenido más apariciones públicas, ni ha participado en actos con la ciudadanía, ni a través de los canales oficiales del Gobierno de Navarra, ni de su partido, ni siquiera en sus redes sociales, donde la presidenta era especialmente activa hasta la detención de Santos Cerdán y la dimisión de su lugarteniente, Ramón Alzórriz.
Si se excluyen los actos festivos de su agenda institucional y las reuniones con sus asesores y consejeros, la presidenta apenas ha tenido actividad en los últimos 50 días.
