El anuncio del todavía presidente de UPN, Javier Esparza, de que no presentará candidatura para su reelección en el próximo congreso de UPN llega en un momento de cierta debilidad y dudas para la formación regionalista.
La condición de partido ganador de las últimas elecciones autonómicas le ha servido de poco para frenar las ansias de la izquierda en general y de el PSN en particular de apartarle de las instituciones, como ha sucedido con la Alcaldía de Pamplona, la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, la Federación Navarra de Municipios y Concejos o las presidencias de comisiones en el Parlamento de Navarra.
La sensación generalizada en el seno del partido de que Javier Esparza, pese a haberlo intentado por todos los medios, se ha quedado a medio camino, primero frente al tripartito de Uxue Barkos, y luego -y en dos ocasiones- contra María Chivite y sus pactos- y debía dar un paso a un lado.
Esparza dio ese paso a un lado este viernes en el Consejo Político de UPN y arrastró en su decisión a sus más estrechos colaboradores, asegurando que nadie de los que han estado en la directiva del partido con él serán candidatos a presidir la formación durante los cuatro próximos años, como su vicepresidente, el exalcalde de Pamplona, Enrique Maya; su secretaria general, la parlamentaria Yolanda Ibáñez; o su secretario de organización, Pachi Pérez.
En este contexto, los afiliados y votantes de UPN se preguntan por dónde va a pasar el futuro más inmediato del partido. O dicho de otra manera, qué opciones y -sobre todo- qué nombres tiene el partido para tratar de llevar el barco regionalista a buen puerto. También se cuestionan cómo de fuertes e influyentes van a se las corrientes que ahora mismo se mueven dentro del partido, y al mismo tiempo, que capacidad de influencia pueden tener pesos pesados o históricos exdirigentes en la decisión que tomen los afiliados en el congreso de abril.
Porque sin ser una división ideológica ni con capacidad de fracturar la formación, es cierto que ahora mismo el partido se divide entre los que apuestan por un proyecto más disruptivo con la línea que ha llevado la Ejecutiva regionalista en los últimos meses, y los que apuestan por la continuidad de las políticas trazadas -especialmente en los últimos meses- por la dirección del partido.
Y es aquí donde surgen los nombres de los posibles sucesores de Esparza. El primero de ellos sería el de la exalcaldesa de Pamplona, Cristina Ibarrola: un rostro fresco en la política navarra, que conoce la vida parlamentaria, que ganó las elecciones en Pamplona y que ha sido víctima del más vil de los pactos del PSN en el intercambio de poltronas de María Chivite y Joseba Asirón a través de la mentira y la manipulación.
Ibarrola representa la línea más oficialista del partido, la marcada por Javier Esparza, y tendría el apoyo y comprensión de los afiliados de Pamplona y la Comarca, que han vivido muy de cerca junto a ella la moción de censura.
En la otra corriente se sitúa el alcalde de Tudela, Alejandro Toquero, que recogería a la perfección el sentir del partido en la Ribera. Toquero representa savia nueva y juventud y viene avalado por dos mayorías absolutas consecutivas en Tudela. Los afiliados verían en él un proyecto nuevo, combativo frente a los nacionalistas y abertzales, y el rostro que podría ilusionar al votante de cara al futuro.
La principal diferencia entre ambas corrientes tiene mucho que ver con la ruptura de Navarra Suma y la decisión de Javier Esparza (avalada por el partido) de concurrir en solitario a las elecciones, rompiendo la unidad del centro derecha en Navarra. Ibarrola defiende la tesis de que coaligarse con los populares reporta al partido más perjuicios que beneficios, mientras que Toquero considera que sólo concurriendo juntos existen opciones reales de desbancar a Chivite y a toda su lista de socios juntos.
Está por ver si ambas corrientes se deciden a impulsar estas candidaturas de cara al congreso, pero sus nombres resuenan en las últimas semanas cada vez con más fuerza. No obstante, existe una tercera vía. Y es que ambas corrientes busquen una figura de consenso que recoja las dos corrientes y que encarnaría el diputado Alberto Catalán, que conoce el partido a la perfección y que sería el encargado de hacerle coger fuerza de cara a las elecciones autonómicas de 2027, para las que se encargaría de buscar el candidato o candidata más idóneo.
Obviamente, que se hable de ellos no significa que ninguno de los tres tenga tomada la decisión de presentarse. De hecho, Alberto Catalán ha dejado caer en alguna ocasión que él, que ya fue candidato frente a Yolanda Barcina hace unos años, sólo se presentará si hay una apuesta muy unánime por su candidatura de consenso entre ambas corrientes.
Por otra parte, fuentes del partido sostienen que quien sea ahora presidente, no tiene por qué ser el candidato a la presidencia del Gobierno de Navarra en 2027 y que viendo con buenos ojos el proyecto de Alejandro Toquero, prefieren seguir manteniéndolo en segunda línea, para lanzarlo cuando las elecciones estén más próximas.
Esa vía implicaría la apuesta por una persona que liderara el partido hasta entonces; y hay voces en el seno regionalista que apuntan a la actual concejala de Pamplona María Echavarri como la más indicada para tomar las riendas por su juventud y su forma de entender la política.
Al margen de todo esto, y como antes se ha mencionado, está por ver el papel que desempeñarán otras figuras históricas del partido, con más o menos peso en la vida pública actual, pero siempre voces autorizadas en el seno del Consejo Político.
De igual manera, no menos importantes serán las opiniones de los principales alcaldes de UPN y las cabezas visibles de la formación en las distintas merindades.
Sin duda se avecinan meses de muchos movimientos en el seno de UPN que terminarán a las puertas del final del curso político con nuevos rostros al frente del principal partido de Navarra.
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