El deshielo revela el trágico final de la pareja de montañeros desaparecida hace 6 meses en el Pirineo
A ambos montañeros se les perdió la pista en diciembre en una ascensión al pico Rulhe. La nieve los ocultó, la primavera los ha devuelto.

La montaña les guardó durante meses, bajo la nieve, el silencio y la incertidumbre. Ahora, con la llegada del deshielo, la naturaleza ha devuelto los cuerpos de Txell Fusté y Esteve Carbonell, los dos montañeros catalanes que desaparecieron en diciembre durante una ascensión al pico Rulhe, en el Pirineo francés. El hallazgo no trae consuelo, pero sí una respuesta que pone fin a una espera devastadora para sus familias.
El pasado 7 de diciembre, la pareja se aventuró en una ruta de alta montaña en condiciones invernales. Dormían en su furgoneta en el Pla de les Peyres, una explanada habitual entre senderistas. A las 9:00 de la mañana iniciaron la ascensión. Dos horas después, enviaron una fotografía desde las cercanías del refugio de Rulhe, cerrado por temporada. Esa fue la última noticia. A las 11:30, se perdió todo contacto.
Pese a su experiencia, no pudieron escapar a un fenómeno peligroso y frecuente en los Pirineos: el torb, una combinación de ventisca, nieve y visibilidad nula que desorienta incluso a los más preparados. Todo apunta a que esa fue la trampa mortal.
La reacción fue inmediata. Equipos de rescate de Francia, Andorra y Catalunya desplegaron operativos de búsqueda. Sin embargo, el invierno no dio tregua. Las condiciones meteorológicas obligaron a suspender los trabajos en el terreno. Desde entonces, solo quedaba esperar.
Y ha sido la primavera quien finalmente ha devuelto a Txell y Esteve. El 1 de junio, un grupo de excursionistas localizó el cuerpo de Esteve Carbonell, de 47 años y natural de Gironella, cerca de la ruta. “Ha sido el deshielo lo que ha hecho visible el cuerpo”, contaron al diario La Dépêche du Midi. Dos semanas después, a escasa distancia, bajo una gran roca, apareció el cuerpo de Txell Fusté, de 52 años, vecina de Manresa.
Ambos eran conocidos y muy respetados en el entorno del montañismo catalán. Su desaparición sacudió a quienes compartían con ellos la pasión por la alta montaña. El hallazgo ha supuesto un cierre, aunque trágico, a una historia que nunca debió acabar así.
Los cuerpos fueron trasladados a Toulouse, donde se han llevado a cabo los análisis forenses previos a la repatriación. Las coincidencias en la ropa y el equipo, junto al lugar del hallazgo, confirmaron lo que sus familias ya intuían.
El pico Rulhe, con sus 2.783 metros de altitud, se alza sobre el departamento francés de Arièja, en la frontera con Andorra. No es de los más altos, pero sí de los más exigentes en condiciones invernales. No hay caminos fáciles cuando el viento borra las huellas y la nieve lo cubre todo.
Seis meses después, el Pirineo ha hablado. Ha roto su silencio blanco y ha devuelto a los suyos. Y aunque el dolor no se apaga, la montaña, al menos, ha ofrecido una respuesta.