Los historiadores datan los primeros encierros en el siglo XVI. La manada se dirigía a caballo desde los corrales del Baluarte de la Rochapea (al pie de la cuesta de Santo Domingo) hasta la antigua plaza de toros, situada en la actual Plaza del Castillo. En esa época el encierro se conocía como “entrada” (el nombre actual se popularizó en 1856) y comenzaba cuando el reloj de San Cernin marcaba las 6 de la mañana.
En el siglo XVI se unieron a los jinetes gente del pueblo, principalmente carniceros. En el siglo XIX, a pesar de la utilización de los nuevos medios de transporte para llevar a los toros en otras localidades, en Pamplona se siguió haciendo a pie. Según el gobernador de 1861, Trinidad Sicilia, se mantenía la antigua práctica porque “da animación a la fiestas”. Once años después se estableció el cohete anunciador del encierro para evitar situaciones de peligro.
En este siglo es cuando se populariza el correr delante de los toros. Los pamploneses desobedecían a las autoridades para saltar frente a los morlacos. Finalmente, el Ayuntamiento cedió en 1867 en un edicto donde regula la afición aunque no anima a participar.
Desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX hubo muchos debates sobre la idoneidad del encierro para conducir a los toros, los riesgos que conllevaba y la responsabilidad en caso de accidentes de los corredores. Un ejemplo es la instauración del doble vallado en la década de los cincuenta o el refugio del callejón en los setenta.
El encierro siempre se ha corrido según el horario solar, en la antigüedad comenzaba a las 6. Entre 1918 y 1923 se movió a las 5 por un cambio de hora legal. En 1924 se empezó a correr a las 7 y, finalmente, en 1974 se cambió a las 8, hora en la que se corre actualmente.
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