La Feria del Toro de Pamplona ha puesto este viernes el broche de oro con la corrida de los legendarios Miura, a los que se han enfrentado Rafaelillo, Javier Castaño y Rubén Pinar. Una cita siempre apreciada por la afición taurina por la épica que desde Lora del Río traen estos poderosos astados, acompañada de una terna de nivel que no ha defraudado: puerta grande para el cabeza de cartel y una oreja para cada uno de sus compañeros.
Las sensaciones en el patio de cuadrillas minutos antes del paseíllo eran de emoción evidente para los tres toreros, concentrados en ofrecer su mejor toreo en el coso de Pamplona. Buen sabor de boca para el cierre de feria a base de entrega y arrobo en la arena.
El murciano Rafaelillo, triunfador de la tarde, llegaba a San Fermín con la ilusión de revalidar el triunfo conseguido el 2008: fue el último torero en abrir la puerta del encierro con este hierro mítico. "Es una feria en la que he toreado y me ha dado mucho, y una de las casas que más marcan. Estoy muy feliz", señalaba antes del inicio de la corrida ante los micrófonos del canal Toros de Movistar Plus.
En ese mismo momento ha señalado sus bazas para optar al triunfo que pasan por "actitud, entrega" y discurrir "por el camino de la verdad" porque "uno tiene que aceptar su destino". Así, también reconocido sentirse "orgulloso" por sus logros pero, sobre todo, "por lo superado, que es más meritorio".
LÁS LAGRIMAS DE RAFAELILLO
Y en la senda del orgullo y la superación sigue el diestro de Murcia tras la puerta grande conseguida con las faenas obradas a los dos de su lote. Del primero, al que ha cortado una oreja, ha destacado ser "un toro noble al que le ha faltado un poco de poder" porque "cuando quería ligar no tenía continuidad". Asimismo, ha apuntado que durante la faena, en distancias cortas, ha tenido que atacar y combatir el desequilibrio que le ofrecía el toro.
Rafaelillo aseguraba al término de su primero que quería "rematar la tarde" y así lo ha hecho, cortando una oreja a su segundo que le ha llevado a la gloria torera. El matador ha recibido el triunfo con lágrimas y ha asegurado sentirse "muy feliz": "Es lo que me hacía falta tras un comienzo de temporada muy duro, con todo a la contra. He dado y golpe en la mesa y demostrado que queda Rafaelillo para rato".
Sobre su visible emoción ha explicado que ha roto a llorar porque "son muchas las sensaciones y un peaje muy caro el que hay que pasar", como el de la brusca voltereta que le ha dado uno de los Miura durante la faena. Así, ha descrito la corrida como "una tarde épica, que ha compensado".
CASTAÑO, TORERÍA SOBRE LA SILLA
Javier Castaño ha dado muestra de su torería con una de las faenas más vistosas, con una silla en el ruedo para lidiar a uno de los Miura. Antes de comenzar la corrida, ha valorado que "es un lujo y un honor estar presente en una feria tan importante como esta" y llamaba a la suerte para que se diera bien y "poder repetir por muchos años" en esta plaza "con personalidad".
El diestro leonés ha logrado cortar un apéndice a su primer toro, del que ha subrayado que "ha sido agradecido en distancia larga, pero soltaba la cara y ha sido más costoso por el lado izquierdo".
Sobre su acierto con la espada, ha explicado que lo ha visto "claro", por lo que ha querido "matar despacio". Al término, ha encumbrado "el enorme mérito que tienen todos los toreros".
La fortuna no le ha acompañado en el segundo, al que ha descabellado. "Los dos toros tenían cosas buenas pero había que ganarles un paso hacia delante para que cogieran inercia. No han sido fáciles. Con el descabello lo estaba haciendo bien pero son cosas que pasan". En cualquier caso ha añadido que ha "echado el resto" y ha conseguido verse "bien" sobre la arena.
PINAR, LA ESTOCADA FINAL
Por su parte, Rubén Pinar ha admitido desde el patio de cuadrillas que tras años de ausencia en San Fermín, este 14 de julio llegaba "al cien por cien para aprovechar esta oportunidad". Así, apuntaba que "es muy importante la entrega porque el toro que sale es muy grande", reconociendo la dificultad que presentan a los matadores los Miura por sus hechuras y recordando tarde como las de Madrid, sin éxito.
Sin embargo, el de Tobarra (Albacete) ha roto el desencanto que vivió con esta ganadería en su debut en San Isidro y ha logrado cortar una oreja a su segundo.
Sobre el primero, que no he dado opciones, ha comentado que "humillaba, pero era muy difícil para el toreo". En todo caso, ha admitido que su "obligación es intentarlo, aunque sea difícil darle un buen pase".
Ponía así las esperanzas en último de la tarde y la recompensa ha llegado tras una fina estocada. "Gracias a Dios el toro ha embestido. He tenido que buscar mucho la distancia y la gente ha sabido valorar la faena". Se ha sentido "contento" y revalidando sus "ganas de funcionar y vivir del toro".