La fuerte tromba de agua que cayó en la tarde noche de este seis de julio a punto estuvo de aguar la fiesta mucho más de lo que ya lo hizo. Las suspensiones del Riau riau, los gigantes, los fuegos artificiales y los conciertos dieron paso a cortes de luz, alcantarillas que no daban abasto y charcos del tamaño de piscinas.
Los ríos de agua corrían por varias calles, una de ellas, la calle San Francisco de la capital navarra. Justo a las puertas del acceso a la capilla de San Fermín, en la trasera de la parroquia de San Lorenzo, hay un sumidero que resultó anegado, incapaz de tragar tanta agua como cayó. En seguida se formó un gran charco en las puerta y el agua comenzó a colarse en el interior del edificio de principios del siglo XVII.
El agua llegó hasta los columbarios y la capilla de la Virgen del Pilar. "En estos momentos, casi la una de la madrugada, finalizamos los trabajos de achicamiento de agua", informaba el párroco de San Lorenzo, Javier Leoz.
"El agua entraba como un río por la entrada de San Francisco llegando hasta la iglesia, que se quedó sin luz", señalaba el párroco, al tiempo que agradecía"a los voluntarios, incluso algunos de fuera, electricistas de guardia, sacristanía y personas que han echado una mano para que todo esté en orden para mañana", decía en referencia a la procesión de este viernes.
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