En el corazón del valle de Atez, a solo 15 kilómetros de Pamplona, se encuentra un rincón donde el otoño muestra su mejor cara. Entre montes cubiertos de hayedos, senderos húmedos y el olor a leña, el Camping Izarpe se ha consolidado como uno de los destinos más agradables para quienes buscan una escapada tranquila, rodeada de naturaleza y sin renunciar a la comodidad.
El camping, gestionado por Fernando, Alfonso, Marisol y Marta, dos parejas vecinas del valle, combina la autenticidad rural con servicios modernos y sostenibles. Su filosofía es sencilla: ofrecer un espacio donde desconectar, cuidando el entorno y apostando por lo local. Por eso, el pan llega de la panadería del pueblo, los huevos son de la granja cercana y las cabañas están construidas con madera de la zona. Esa coherencia ha hecho que Izarpe esté nominado este año al premio al Mejor Camping de Entorno Natural que concede la Federación Española de Campings (FEEC), cuyo fallo se conocerá el 27 de noviembre en Madrid.
Dormir bajo las estrellas no está reñido con el confort. En Camping Izarpe hay parcelas amplias sobre césped, perfectamente delimitadas con árboles, y alojamientos que combinan el encanto del bosque con el confort doméstico. Las cabañas de madera, pensadas para parejas o familias de hasta cuatro personas, disponen de cocina completa, baño con ducha de hidromasaje y estufa de pellet, perfecta para las noches frías del otoño navarro. Su terraza invita a leer, desayunar o simplemente mirar cómo el paisaje cambia de color.
Para quienes necesitan más espacio, la Cabaña Premium amplía metros y capacidad, manteniendo la misma esencia acogedora. Cuenta con dos dormitorios, zona de estar con sofá cama y todas las comodidades necesarias para grupos o familias de hasta seis personas. Las Kabias, más pequeñas y pensadas para dos personas, son auténticos refugios de madera en los que disfrutar del silencio y la intimidad sin prescindir del confort: cocina equipada, ducha de hidromasaje y calefacción para todo el año.
Y para quienes buscan algo diferente, las Pods son pequeñas cápsulas de madera perfectamente integradas en el paisaje. Cómodas, cálidas y bien aisladas, resultan ideales para escapadas de fin de semana en pareja o con amigos. Todas cuentan con electricidad, calefacción y el encanto de despertar en plena naturaleza.
Uno de los atractivos de Izarpe es que permanece abierto todo el año, lo que permite disfrutar del valle en cualquier estación. En verano, la piscina y las barbacoas se convierten en punto de encuentro para familias y grupos. En otoño, los bosques se llenan de setas y las rutas de senderismo y cicloturismo adquieren un color especial. En invierno, el calor de la estufa y la tranquilidad del entorno hacen que el camping se transforme en un refugio acogedor.
El entorno del valle de Atez, junto al de Ulzama, ofrece infinidad de planes. Desde rutas para caminar o pedalear entre bosques y praderas hasta visitas gastronómicas, campos de golf o escapadas culturales por los pueblos cercanos. Y quienes prefieren la calma pueden simplemente no hacer nada, escuchar el río y dejar que el tiempo pase más despacio.
El camping dispone además de todos los servicios necesarios: restaurante con gastronomía navarra y productos km 0, supermercado Carrefour Express con pan diario, wifi gratuito, zona infantil, barbacoas y espacios accesibles para todos. Su ambiente familiar, pet-friendly y de trato cercano lo convierte en un destino perfecto para familias, parejas o viajeros con mascota.
“Nos gusta tratar a cada persona como si viniera a nuestra casa”, explican sus propietarios, que atienden personalmente a quienes se alojan en el camping. Si alguien busca recomendaciones, las dan encantados; si prefiere tranquilidad, saben cuándo dejar espacio. Esa cercanía, unida al paisaje y a la autenticidad del entorno, es lo que hace que muchos visitantes repitan.
Con su estilo natural, su compromiso con el valle y su apertura durante todo el año, el Camping Izarpe se ha ganado un lugar destacado entre los destinos rurales de Navarra. En otoño, cuando la naturaleza se tiñe de tonos dorados, este rincón de Atez se convierte en el mejor lugar para desconectar sin irse lejos, donde basta una noche para entender que la sencillez, a veces, es el verdadero lujo.
