Investigadores del Cima Universidad de Navarra han demostrado que el bloqueo de una proteína de la coagulación durante el proceso de desarrollo de un ictus reduce el daño cerebral en modelos experimentales.
El ictus constituye la segunda causa de muerte en nuestro entorno (primera en mujeres) así como la primera causa de discapacidad adquirida en el adulto. Los costes derivados del ictus suponen en torno a un 3-4% del gasto sanitario total en nuestro país, además de una importante carga social personal y familiar, con gran impacto en la persona que lo sufre y en sus cuidadores.
El ictus isquémico es el más frecuente (85%) y se origina principalmente cuando un trombo obstruye las arterias cerebrales impidiendo su correcto riego sanguíneo. El tratamiento del ictus consiste en la administración de un trombolítico, el tPA, que actúa deshaciendo el trombo para salvar parte del tejido cerebral en riesgo de morir. Sin embargo, debe administrarse en las primeras horas del ictus, su eficacia es escasa en el caso de oclusiones de gran vaso y está contraindicado en aquellos pacientes con mayor riesgo de desarrollar complicaciones hemorrágicas.
Se sabe que el factor XIII de la coagulación participa en la formación de los trombos que producen un ictus isquémico. Además, se ha demostrado que está implicado en otros procesos de remodelado de tejidos y de unión de proteínas entre sí que podrían estar implicadas en la resistencia a los tratamientos actuales del ictus. “La novedad de nuestro trabajo se centra en que hemos logrado administrar por primera vez una molécula capaz de bloquear el FXIII mientras se está produciendo el ictus en modelos experimentales”, apunta el Dr. Juan Marta, primer autor del trabajo.
Por otra parte, como indica la Dra. Josune Orbe, investigadora del Cima Universidad de Navarra y directora del trabajo, “hemos demostrado que reduce el daño cerebral y mejora el estado funcional de los ratones”. Las conclusiones se han publicado en la revista científica Journal of Thrombosis and Haemostasis.
El trabajo confirma que la presencia del factor XIII se asocia a una mayor rigidez del coágulo, una mayor densidad de fibras de fibrina (una proteína principal de los coágulos sanguíneos) y una mayor unión de la proteína alfa2-antiplasmina, lo que provoca resistencia a la lisis o "disolución" del trombo. “En esta línea, experimentos de lisis de trombos obtenidos de pacientes con ictus nos muestran una mayor potencia del tratamiento con t-PA cuando se combina con la molécula inhibidora del FXIII, lo que permite aumentar la lisis del trombo”, asegura la investigadora del Cima.
Este estudio abre una nueva vía de tratamiento en el ictus isquémico mediante la combinación de un inhibidor del FXIII junto con el tratamiento habitual buscando potenciar su efecto. Como aclara la Dra. Orbe, “se trata de resultados preclínicos, por lo que son necesarios estudios posteriores para poder plantear la realización de ensayos clínicos”.
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