• martes, 02 de diciembre de 2025
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SOCIEDAD

La increíble historia de la estatua de San Francisco Javier que vigila Navarra desde el monte más alto

La estatua de San Francisco Javier ha coronado la Mesa de los Tres Reyes desde 1952, tras una épica subida a hombros de montañeros y décadas de temporales, vandalismo, rescates y restauraciones.

Fotomontaje con una imagen de la estatua de San Francisco Javier sobre una panorámica del monte de Larra y la Mesa de los Tres Reyes. NAVARRA.COM
Fotomontaje con una imagen de la estatua de San Francisco Javier sobre una panorámica del monte de Larra y la Mesa de los Tres Reyes. NAVARRA.COM

Quien alcanza hoy la cima más alta de Navarra se encuentra con una silueta familiar recortada contra el cielo: la de San Francisco Javier, mirando al horizonte pirenaico desde la Mesa de los Tres Reyes.

La presencia del patrón navarro en esta cumbre no ha sido casual, sino el resultado de una aventura colectiva que llevó hasta allí una estatua de más de 200 kilos a base de esfuerzo, fe y mochilas improvisadas. 

Este miércoles, 3 de diciembre y Día de Navarra, la Comunidad foral recuerda con especial cariño a San Francisco Javier, copatrón junto a San Fermín. De ahí que sea una fecha perfecta para recordar cómo conquistó la cima más alta de Navarra en una memorable hazaña.

La Mesa de los Tres Reyes, en el macizo de Larra-Belagua, se ha convertido en uno de los montes más emblemáticos de la Comunidad foral. Es la cumbre más elevada de Navarra y, además de sus vistas, tiene un valor simbólico añadido: en su punto más alto confluyen la frontera francesa, Aragón y el histórico vizcondado de Bearne, lo que la ha hecho especialmente atractiva para montañeros y excursionistas. 

Desde hace más de siete décadas, quienes coronan esta cumbre comparten cima con la estatua de San Francisco Javier, una imagen que se ha convertido en parte del paisaje. La idea de colocarla allí surgió en 1952, con motivo del cuarto centenario de la muerte del santo. El Club Deportivo Navarra, fundado en Pamplona unos años antes, quiso rendirle homenaje levantando una figura en la cima más alta de la tierra natal de Javier.

Con un presupuesto modesto de 5.000 pesetas, el club encargó la obra al escultor Áureo Rebolé, conocido por sus trabajos religiosos. El artista creó una escultura de piedra artificial de más de 200 kilos y unos dos metros de altura, una pieza robusta pensada para soportar el duro clima de alta montaña.

Antes de emprender el viaje hacia el Pirineo, la imagen estuvo expuesta durante unos días de julio en los jardines del Palacio de Navarra, junto a la gran secuoya que preside el recinto. Aquella breve estancia en Pamplona fue el prólogo de la verdadera hazaña: trasladar la estatua hasta Isaba y, desde allí, subirla por las sendas pedregosas hasta la misma cumbre de la Mesa de los Tres Reyes. 

El ascenso se organizó en equipo. Un grupo de 24 personas desmontó la imagen en bloques manejables y cargó a la espalda piezas de unos veinte kilos en mochilas improvisadas. Tras varias jornadas de esfuerzo en altura, el 15 de agosto de 1952 la estatua de San Francisco Javier quedó instalada en la cúspide pirenaica, convertida desde entonces en un referente para las personas aficionadas al alpinismo y a las rutas de montaña en Navarra.

El primer invierno en la cumbre fue demoledor. El viento, la nieve y el hielo derribaron la figura original de piedra, que no resistió las inclemencias del clima. Lejos de renunciar a su proyecto, el Club Deportivo Navarra encargó una nueva estatua de bronce, más pequeña y hueca, que tomó como modelo la pieza dañada y quedó fijada en la montaña en junio de 1954.

Durante décadas, la nueva imagen aguantó en pie hasta que, en 1985, sufrió un acto vandálico: alguien decapitó la figura y la cabeza desapareció. El club respondió de nuevo con tenacidad, mandó tallar otra cabeza y la repuso, pero los sobresaltos no terminaron ahí. En 2004, un movimiento sísmico desplazó la estatua y la dejó casi horizontal, inclinada sobre la roca y mirando hacia el suelo de la cumbre

La operación para devolverla a su posición original tuvo que esperar unos años. No fue hasta 2010 cuando un helicóptero del Gobierno de Navarra y dos voluntarios especializados en trabajos de montaña consiguieron enderezar la figura. Aquel operativo permitió asegurar mejor la base y reforzar el anclaje en la roca, con el objetivo de evitar nuevos desplazamientos provocados por el hielo o los temblores. 

El último giro de esta historia ha llegado recientemente. En 2023, la Fundación del Museo del Montañismo Vasco (EMMOA) recibió de forma anónima la cabeza original vandalizada en los años ochenta. La aparición de esta pieza ha permitido cerrar un capítulo perdido de la memoria de la estatua, muy vinculada al montañismo y a la historia sentimental de quienes han subido a la Mesa de los Tres Reyes durante generaciones. 

Hoy, cada persona que alcanza la Mesa de los Tres Reyes no solo pisa el punto más alto de Navarra. También se encuentra con la figura de San Francisco Javier, patrón de la Comunidad foral, que se ha convertido en un símbolo del esfuerzo colectivo y la perseverancia. La imagen, en plena alta montaña, recuerda tanto la devoción javierana como la pasión por las rutas de montaña que atraviesan el Pirineo navarro. 

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