Hay locales de toda la vida que todavía aguantan entre nuestras calles. Aun así, algunos ven el fin tras más de 50 años, como es el caso de la Peluquería Javier Moneo en Tudela que pone fin a su vida laboral jubilándose y vendiendo el negocio de toda una vida.
La peluquería la abrió su padre en 1947, en la plaza vieja de Tudela. Sus hijos, entre ellos Francisco Javier, acudían después de clase siempre a ayudar. Al principio barriendo y limpiando, pero viendo desde cerca el mundo de la peluquería. "Empecé con 13 años, íbamos siempre después de estudiar. Me fui a la mili y, aunque estuve trabajando en otros lugares, siempre por las tardes iba a ayudarle", detalla el tudelano.
Compaginó su trabajo en una fábrica en la que estaba fijo durante tres años, pero se dio cuenta que la peluquería era lo que realmente le gustaba. Así las cosas, en 1985 se metió definitivamente. "No fue hasta 1995 cuando me asenté en un local en la calle Roso de Tudela hasta hoy", cuenta. A su lado, se encuentra la conocida Alfarería Kalavria.
Francisco Javier tiene claro por qué ha continuado con el negocio de su padre. "El trato con la gente, generas una amistad y no es una simple relación peluquero-cliente. Me lo paso muy bien en mi trabajo, disfruto, bromeo y cuando vengo a trabajar disfruto mucho", explica el tudelano.
El tudelano se jubila en noviembre del año que viene, pero ya ha puesto el local a la venta y si consigue venderlo, se retirará antes. "Quiero venderlo como local y negocio, me gustaría que lo cogiese un profesional de peluquería. Así, le podría ayudar y enseñar a que conozca a los clientes. Quisiera despedirme de todos bien, se lo merecen", detalla.
Mientras va haciendo nuevos clientes, los de toda la vida confían siempre en Francisco Javier para retocar sus cabezas. "Algunos son de mucha fidelidad y lo agradezco mucho".
Durante este periodo de 50 años como peluquero, Francisco Javier ha tenido dos hijas, pero no quiere que continúen con este negocio. "Es muy esclavo y, aunque lo he disfrutado mucho, tiene sus partes malas. Los meses del confinamiento se me hicieron cortos, tengo ganas de jubilarme, será un paraíso", confiesa el peluquero.
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