En los últimos años, el término Posadas se ha repetido con más frecuencia en actos navideños, especialmente en centros educativos, parroquias y espacios comunitarios. ¿El motivo? Muchas personas han buscado un formato que invite a parar, reunirse y dar sentido compartido a estas fechas.
Las Posadas son celebraciones que recrean el camino de María y José cuando han buscado alojamiento antes del nacimiento de Jesús. Se han celebrado tradicionalmente del 16 al 24 de diciembre e incluyen cantos, petición de “posada” y un encuentro final que refuerza la dimensión comunitaria.
Más allá de la escenificación, Las Posadas han transmitido valores como la hospitalidad, la solidaridad y la esperanza. El gesto central —llamar a una puerta y ser acogido— se ha convertido en un símbolo que conecta con un mensaje universal.
Su origen se ha situado en el siglo XVI en América Latina, especialmente en México, donde se han impulsado como una herramienta pedagógica para explicar el sentido de la Navidad. Con el tiempo, se han consolidado como una celebración popular muy arraigada en la vida familiar y social de numerosos países.
Ahora, en un contexto de celebraciones más rápidas e individualizadas, esta tradición ha resurgido como una propuesta para recuperar el encuentro, la pausa y el sentido comunitario. Ese enfoque ha explicado por qué se han incorporado a actividades navideñas en distintos entornos de España.
Un ejemplo es Everest School, que ha celebrado Las Posadas desde hace más de una década como parte de sus actividades navideñas. La iniciativa se ha integrado en su apuesta por ofrecer a alumnado y familias experiencias con contenido simbólico, educativo y cultural.
La mayor presencia de Las Posadas en Madrid y en otros puntos de España ha reflejado un interés por tradiciones que ayudan a entender la Navidad desde una dimensión más profunda y compartida. Una práctica nacida al otro lado del océano que ha encontrado aquí un espacio para seguir transmitiendo su mensaje de acogida y esperanza.