Desde este martes y durante dos semanas (al menos), 22 trabajadores de la residencia Nuestra Señora de Gracia en Tudela han decidido encerrarse junto a los 88 ancianos que viven allí. No habrá entradas ni salidas de ningún otro residente, empleado o familiares, con el propósito de disminuir al máximo cualquier posibilidad de que se registre algún contagio de coronavirus.
Durante la pandemia mundial de esta enfermedad se ha demostrado que los ancianos son uno de los sectores de la población más vulnerables frente a las consecuencias del COVID-19.
Por esta razón, la directora de este centro, Begoña Moreno Valencia, una terapeuta, dos enfermeras,18 auxiliares y la comunidad de Hijas de la Caridad que residen junto a los ancianos, trabajarán para asegurar el bienestar de las personas mayores que residen allí.
Hasta ahora, no se ha sufrido ningún caso del virus en esta residencia tudelana, pero, de acuerdo a la evolución de la enfermedad, su directora asegura que "somos conscientes de que vienen las peores semanas, con mayor riesgo, y que estamos en una situación de alarma e inseguridad que sigue aumentando".
El riesgo está presente y, por eso, los trabajadores de la residencia han hecho un llamamiento: "Estamos trabajando muy intensamente para adoptar todas las medidas posibles. Al departamento de Salud, le pedimos que nos apoye con test rápidos ,en caso de ser necesarios, y con refuerzo en equipos de protección, si se confirmase algún positivo".
Otros centros de ancianos han decidido aplicar la misma iniciativa. Por ejemplo, la residencia de San Jerónimo de Estella ha cerrado sus puertas desde el lunes con 15 trabajadores, para mantener a los residentes alejados del virus. Así como, en otro centro de Fitero también se ha confinado por voluntad propia una decena de cuidadores.
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