Muy cerca de Pamplona, a escasos 20 minutos en coche, se encuentra un rincón natural poco conocido y con gran atractivo: la balsa de Zolina, también llamada balsa de Eskoritz. Un espacio donde se mezclan la historia minera, el paisaje montañoso y la vida salvaje.
El recorrido parte del propio pueblo de Zolina, desde donde es posible iniciar una ruta circular que combina senderos, pistas y pequeños montes. En una mañana nubosa y con algo de lluvia, la caminata comienza descendiendo hacia la carretera y tomando el camino que conduce al cementerio. Allí se enlaza con una senda bien marcada que lleva hasta la primera cima del día: el monte Kapana (543 metros).
Desde este punto se continúa hacia el monte Sotoburu (552 metros), para después afrontar una subida exigente, corta pero intensa, que lleva a la antecima norte del Sotoaldapa.
Aunque en la cartografía no figura con nombre propio, es un alto bien visible desde la zona. La ruta sigue en un constante sube y baja que culmina en Bordalarre (573 metros), donde se puede hacer un alto para almorzar en los bancos del mirador, aunque hoy se encuentran algo descuidados.
El sendero avanza después hacia el cerro de la Borda (593 metros) y desciende en dirección a la balsa. Allí aparecen ya varios postes señalizadores que guían hasta la presa construida en 1964, cuando la zona se utilizaba para la decantación de residuos de las antiguas minas de Potasas, hoy en desuso. Tras bordear este enclave, la ruta asciende de nuevo hacia Zolina, cerrando así un itinerario circular de gran interés.
Lo que hace especial a esta balsa es su agua salina, resultado de aquella actividad minera. Aunque el origen fue artificial, con el tiempo se ha convertido en un auténtico refugio para las aves. Numerosas especies la utilizan como lugar de descanso en sus rutas migratorias o como espacio para criar.
Quien recorre sus orillas puede encontrarse fácilmente con gaviotas reidoras sobrevolando el agua. Y también con las cigüeñuelas, así como una gran variedad de patos.
La riqueza de aves de la balsa atrae también a otros animales depredadores que completan el equilibrio natural de este ecosistema. En torno a la balsa viven zorros, comadrejas, así como rapaces como halcones y milanos, que sobrevuelan la zona en busca de alimento. Si eres sigiloso durante el camino puede que te topes con alguno de ellos.
La balsa de Zolina es, en definitiva, un lugar perfecto para quienes buscan disfrutar de la naturaleza sin alejarse mucho de la capital navarra. Esta ruta ofrece la posibilidad de realizar una excursión de día en familia. No tiene mucha dificultad, por lo que es apta para todos los niveles de senderismo.