La montañera inglesa Esther Dingley, de 37 años, acudió a hacer una ruta en solitario en los Pirineos. No se supo nada más de ella desde noviembre, cuando desapareció en el valle de Benasque, donde muchos navarros acuden en distintas épocas del año.
Un corredor de montaña encontró el pasado 23 de julio unos restos que parecían humanos. Los especialistas, por la localización pronto pensaron que que pudiera ser Dingley.
Hasta el lugar se desplazó una patrulla del Grupo de Rescate e Intervención (Greim) de Benasque, pero al ver que estaba en territorio francés dejó el caso en manos de las autoridades galas, que enviaron a analizar los restos a Toulouse. La policía francesa pidió a la madre los registros dentales de Esther y también una muestra de ADN suya. Y el 30 de julio se confirmó el fatal desenlace de la desaparición.
Según ha informado este martes la ONG LTB Global, el novio ha localizado ahora más restos cerca de donde se descubrió ese primer hueso. Tras dar aviso, un equipo de especialistas forenses junto con personal de rescate de montaña de la Gendarmería francesa se trasladaron al lugar para catalogar la escena y recuperar el cuerpo.
Las mismas fuentes insisten en que la hipótesis más probable del fallecimiento es un accidente teniendo en cuenta la ubicación de los restos y otras señales. No obstante, se está llevando a cabo una investigación completa para confirmar los detalles de la muerte.
La familia de la montañera inglesa se ha mostrado "agradecida" por los esfuerzos de las unidades policiales involucradas en su búsqueda, entre ellas la Guardia Civil de Montaña, "y su compromiso de entender las circunstancias exactas de la muerte de Esther", señalan.
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