- domingo, 27 de abril de 2025
- Actualizado 20:11
Llevo una temporada dándole vueltas en la cabeza a algo que nunca antes me había preocupado: la envidia, envidia sana como decían nuestros mayores, a los himnos y banderas de algunos países y sobre todo al respeto que muestran los ciudadanos de esos lugares cuando suena en actos oficiales.
Es justo y saludable que los partidos se echen en cara unos a otros los problemas de corrupción de cada cual. Lo que ya no es tan saludable es que lo utilicen como coartada de los casos propios o que comparen de forma ridícula y fraudulenta la importancia de los ajenos con los propios cuando esa comparación da mucha risa.