- lunes, 28 de abril de 2025
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En el PSOE están ofreciendo a los españoles un espectáculo que linda con el esperpento y que produce el insólito efecto, entre otros, de conseguir que casi nos olvidemos de la situación realmente agónica del PP, cuya salida es inexistente si no es con nuevas elecciones generales, de las que podría salir favorecido gracias a la estupidez socialista.
Vale, ya sé que cuesta creo que once euros visitar el Palacio Real, pero en ese negocio, si es que lo es, no tiene arte ni parte Felipe VI que eligió precisamente ese marco para el mensaje de Navidad y creo que por una doble metáfora: en primer lugar dejó claro que aquel lujo era de todos los españoles y a la vez que quien desde allí hablaba no era un padre de una familia cualquiera --esa bobada-- sino el Rey/Jefe de Estado.
Los sociólogos están tan preocupados como los equipos de campaña de los partidos: ni unos ni otros saben lo que va a votar ese porcentaje de indecisos que las encuestas sitúan nada menos que entre el 24 y el 40 por ciento, y unos y otros saben que los votos no están en los programas -lamentablemente- ni en los mítines, sino en las televisiones, que es el nuevo campo de juego de la campaña electoral.
Lo más usual en las crónicas de los sucesivos aniversarios de la Constitución, y este domingo celebrábamos el que hace el número 37, es el balance de los presentes y de los ausentes, la narración de lo que se dijo en los corrillos con los 'importantes' y el recuento de los que se muestran, en público o en privado, a favor o en contra de la reforma de la ley fundamental.