La pamplonesa Asun Fernández Santamaría tiene 50 años y es la cara visible de un negocio familiar que cumple 40 años en Barañáin. Se trata de una de las últimas librerías de la localidad. Abre al público todos los días del año y no descarta un futuro traspaso.
La librería Central está situada en la avenida Central número 28 de Barañáin. Está muy cerca de otros establecimientos de la cuenca de Pamplona que hemos conocido en esta sección de comercio local.
Como es el caso, por ejemplo, del frutero de Lerín que acude todos los martes al mercado de venta ambulante, o la nueva tienda de patinetes Road Runner de Andrea Bonilla.
La librería Central es una de las pocas que quedan en Barañáin. Asun Fernández trabaja desde hace varias décadas atendiendo a los clientes: "Yo llevo aquí 35 años. Es un local muy grande. Son 150 metros cuadrados. Somos una fusión de librería, kiosko y papelería".
Lo que hace mantener el negocio todos los días "es la prensa y las revistas. Es la parte fundamental del negocio. Me considero un kiosko de prensa y revistas fusionado con librería. Luego tengo el complemento de la papelería exclusivamente escolar, nada técnico, con artículos didácticos y de regalo".
Asun abre la tienda los siete días de la semana. Normalmente, según temporadas, solo abre al público por las mañanas ya que otras horas del día las necesita a puerta cerrada para gestionar: "Cuando está cerrada la tienda es para preparar todo lo que se va a vender en las horas que está abierta".
En verano y en diciembre abre también por las tardes. Destaca que la librería tiene "absolutamente todas las novedades y best seller y se trabaja el encargo de un día para otro. Tengo una página web donde envío libros a domicilio".
En cuanto a los clientes, señala: "Tengo clientes desde hace 40 años que vienen todos los días. Aquí tenemos un trato familiar. A todas horas tengo tertulias de todo tipo".
La librería está montada "como un centro social. Converso con todas las personas que entran. Muy pocas son las que atiendo y se van. Al final conoces sus vidas", indica Asun Fernández.
Reconoce que le pone "verdadera pasión" a lo que hace. "Me gusta llevar el negocio y atender a la gente porque conozco a casi todas las personas que vienen. Soy de las pocas personas que sacrifican los siete días de la semana todo el año para levar este negocio. Hay que meter muchas horas"
Es un negocio familiar "sin relevo generacional. Después mía ya no hay nadie. Probablemente, si no hay un traspaso el negocio morirá. A nosotros lo que realmente nos da mucha pena es que este tipo de negocios no continúe", explica Asun Fernández.
"Somos las mismas personas desde hace 40 años y lo que nos da pena es tener que cerrar un negocio que funciona y que da vida a la localidad. Lo que nos da pena es que el negocio muera con nosotros. el tiempo que estemos. Ojalá vendría alguien a sustituirnos y a seguir este tipo de negocio", concluye Asun Fernández.
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