La historia de la Perfumería Redín en Pamplona comienza con el abuelo Secundino Redín Vidaurre que tenía en el segundo Ensanche un taller de pinturas, donde ejercía también de rotulista al comienzo de los años 50.
Un negocio que continuó su hijo Clemente Redín Janariz, que en 1957 se independiza del negocio familiar de pinturas y rótulos para abrir una droguería en la plaza de la Chantrea.
Junto a su mujer, Julia Arrasate Egea, transforman el negocio y se dedican más a la perfumería. Abrieron nuevas tiendas en la Rochapea, San Jorge, San Juan, Iturrama, primer Ensanche y en el Casco Viejo.
Ahora los tres hijos de Clemente: Marisa, Julia e Iñako Redín Arrasate, son los propietarios de las tiendas. En este momento quedan tres perfumerías Redín en Pamplona, en la calle Irunlarrea, calle Zapatería, avenida de Bayona, y la droguería de la calle Martín Azpilcueta, que echarán el cierre por jubilación el 1 de febrero.
En cuanto a la decisión de bajar la persiana, ha surgido la oportunidad de vender por jubilación los cuatro negocios a una cadena de perfumerías de ámbito nacional y decidieron aprovecharla. Los nuevos propietarios asumen a todo el personal y eso les da mucha tranquilidad.
Iñaki Redín asegura a Navarra.com: "Lo llevamos con bastante cansancio porque ha sido intenso. Con nervios anteriores hasta que se tomó la decisión y con la ilusión de los últimos días. De despedirnos de la gente y la muy buena respuesta que ha habido a la liquidación. El día 31 acabamos la jornada y la actividad".
"Empezó el abuelo (Secundino) al salir de la cárcel tras la guerra civil. La droguería desaparece con todo su saber, es una especie en extinción con un servicio muy especial, y sigue la perfumería. Ese consejo y ese producto especial desaparecen. En Leroy Merlin, por ejemplo, había un empleado que ante la duda mandaba a los clientes a nuestra perfumería", señala.
Marisa Redín añade: "Ahora es cuando yo empiezo a ponerme contenta. Ha habido tanto estrés por organizar la salida y la venta... Ahora con ilusión, pero da pena terminar con esto. Es encantador que venga la gente y te diga muchas gracias por haber estado ahí tantos años".
Sobre la respuesta de los clientes al anunciado cierre, ambos cuentan como reciben mucho mensajes. "Les da mucha pena que terminemos y eso es muy rico, significa mucho. No hubiésemos cerrado si los trabajadores no siguieran. Eso nos da mucha tranquilidad. Siempre hemos sido una familia", asegura Marisa.
Sin embargo, el cierre también les trae algunas alegrías, tras décadas de trabajo y entrega al negocio familiar. "Estoy con la ilusión de llenar el tiempo libre y de acabar un trabajo bien hecho. Pienso que lo hemos hecho bien. Hasta aquí hemos llegado. Es una etapa a la que hay que ponerle fin", indica Julia Redín.
"La sensación no es ni de pena ni de alegría. En algún momento hay que dejar esto. No vas a estar con el bastón y con todas las arrugas del mundo. No es una mala salida", concluye Julia.
