Catalina ha sido durante años una figura querida y reconocida por todos los vecinos de un pueblo de Navarra que está apenas a quince minutos de Pamplona. Siempre con una sonrisa, al frente de un local que no solo servía comidas, sino también afecto, conversaciones y muchas historias compartidas.
Su marido, Costi, ha conquistado a la clientela con una carne a la brasa que se ha convertido en plan fijo de fin de semana. Su hija, Izabel, echaba una mano cada verano entre mesa y mesa. Y Dorina, la madre de Catalina —o ‘Nana’, como muchos la conocen—, ha endulzado a más de uno con unos postres caseros que hablaban por sí solos.
Hace 25 años que esta familia rumana llegó a un pequeño pueblo de Navarra. Catalina se instaló en él junto a su novio Costi y allí ha echado raíces. Se casaron, criaron a su hija y, con los años, levantaron un proyecto que ha sido su vida durante la última década.
En este tiempo, no solo han trabajado duro. Han creado comunidad. “Hace 10 años emprendimos una nueva aventura, apostamos por un proyecto diferente y le pusimos toda la ilusión y empeño que pudimos, y aquí estamos, 10 años después, dando las gracias de todo corazón a cada uno de los que habéis contribuido a que este sueño se cumpliera”, ha expresado Catalina en una emotiva carta con la que ha querido despedirse.
La noticia ha caído como un jarro de agua fría: el propietario del local ha decidido no renovarles el contrato. Por eso, este viernes 30 de mayo por la tarde, la familia ha querido reunir a todos los que les han acompañado en el camino con un aperitivo gratuito. Una forma de celebrar lo vivido y cerrar esta etapa de la mejor manera posible: con su gente.
Catalina ha recordado que su intención siempre fue ofrecer “un sitio diferente, donde además de desconectar, se pueda pasar momentos únicos, en familia, con los amigos o entre compañeros de trabajo, celebrando su cumpleaños o simplemente tomándose un café”. En su carta, ha destacado los tres pilares sobre los que han construido el día a día: “gastronomía, entorno y naturalidad”.
“Ahora, después de una década, toca decir adiós”, ha lamentado. “Sois la razón por la que he podido hacer lo que amé durante tanto tiempo. Gracias por permitirme ser parte de vuestras vidas, por vuestras sonrisas, lágrimas y momentos compartidos. Me siento afortunada de haber podido servir y acompañar a tantas personas en sus momentos importantes”.
Interior del bar restaurante Gazolaz en Obanos. Navarra.com
El nombre del bar restaurante es Gazolaz. Y el pueblo, Obanos. A partir de ahora, la vida de esta familia toma nuevos caminos: Dorina se jubila, Costi continúa con su empresa de jardinería, llamada Gladius, Izabel se gradúa en Criminología, y Catalina ha comenzado a trabajar como administrativa cubriendo una vacante en el Ayuntamiento de Zizur Mayor.
“Os llevaré en mi corazón y recordaré siempre la relación que hemos construido. Espero que nuestra despedida sea solo un hasta luego. Todo gracias a vosotros, así que, una vez más... gracias”, ha firmado con emoción La Cata.
Las reseñas de los clientes en redes sociales son bastante buenas: "Productos frescos y de temporada. La atención muy amable. Es un bar de pueblo acogedor. Merece la pena la visita".
"La atención del personal es buena, amables y atentas en el servicio y el trato, aconsejándonos sobre diversos platos. Una buena elección para comer o tapear en Obanos. Un restaurante con una buena relación calidad-precio", aseguran.
¿Tienes una tienda, un bar, un restaurante o un local comercial en Pamplona o alguna localidad de Navarra?
¿Quieres salir en nuestra sección de Comercio Local y que miles de personas conozcan todo lo que ofreces con una noticia y fotografías hechas por profesionales?
Escríbenos a esta dirección y hablaremos contigo para contactar cuando antes: [email protected]