COMERCIO LOCAL
Las alubias rojas que quitan el sentido en el restaurante de un pueblo de Navarra: "Están buenísimas"
"En verano damos entre 90 y 100 comidas al mediodía y unas 300 cenas por la noche. Es una auténtica locura de gente", afirman.

Han vuelto. Tras el letargo invernal, las alubias rojas han regresado a la mesa con su potencia de sabor y esa textura que engancha. Es el plato estrella de la casa y ya son muchos los que se han acercado a probarlas tras la reapertura del restaurante de Tierra Estella hace unas semanas. El precio, además, no puede ser más tentador: 8,90 euros por un plato que invita a repetir.
Está muy cerca de algunos pueblos de Navarra que hemos conocido por su singularidad, como es el caso del valle conocido como la pequeña Rusia o de otros enclaves culturales como la basílica de San Gregorio, con su leyenda sobre la plaga de langosta.
El restaurante ha decidido aprovechar el tirón de la primavera para recuperar la actividad tras el parón de los meses fríos. La reapertura ha llegado el pasado 3 de marzo y la previsión es mantener el establecimiento abierto hasta diciembre, cuando el invierno vuelve a imponer su pausa natural.
Durante estos meses, el restaurante mantiene el espíritu de su carta: cocina casera, contundente y sabrosa, con especialidades que son un guiño a la gastronomía local. Además de las alubias, destacan las carrilleras de ternera en salsa, el rodaballo al horno con patatas panadera para cuatro personas, los crepes de verduritas y las tradicionales manitas de cerdo en salsa.
No es casualidad que, en cuanto suben un poco las temperaturas, el comedor y la terraza se llenen de vecinos y turistas que saben lo que buscan: buen ambiente, platos de cuchara y contundencia en cada bocado. De lunes a viernes, el menú del día se mantiene a 16 euros, mientras que los fines de semana se despliega una carta de bocadillos, platos combinados y picoteos que completan la oferta gastronómica. Todo ello se suma a las sugerencias especiales que casi funcionan como plato del día para el fin de semana.
Es en Tierra Estella, en el restaurante del Camping Acedo, donde se cocina esta fórmula que ha sabido resistir los altibajos del calendario. Su historia comenzó hace casi 30 años, en 1996, con un complejo que entonces contaba con 450 plazas en 15.000 metros cuadrados. Con el paso de los años, ha crecido hasta convertirse en uno de los campings de referencia en la zona, con 1.500 plazas en más de 85.000 metros cuadrados y una categoría de 4 estrellas.
Marta Cambra, una de las cinco socias del camping, explica que la decisión de cerrar en invierno se tomó hace un par de años. "Antes abríamos todo el año, pero el parón es muy grande en esos meses, así que decidimos concentrar la actividad en la temporada de buen tiempo", ha comentado.
Para mantener el ritmo de trabajo, cuentan con una plantilla fija discontinua, que se refuerza con empleados de temporada cuando la afluencia aumenta. Durante el verano, el equipo se multiplica y pueden llegar a trabajar hasta 20 personas entre cocina, camareros y servicio en el comedor.
"Ahora ya empieza poco a poco, depende de los niños y de las vacaciones escolares. Es un camping muy familiar, marcado por Semana Santa, con dos semanas de fiesta en las que se trabaja muy bien. A partir de junio ya estamos todos los días con horario ininterrumpido y trabajo a todas horas", explica Marta.
Entre las caras conocidas del restaurante está la de Juan Mari Bastida, quien lleva diez años trabajando en el bar. A sus casi 65 años, este veterano hostelero asegura sentirse ya como un navarro más, aunque nació en Azcoitia. "Mi mujer es de Acedo y yo estoy empadronado aquí. El camping se llena y nos conocemos todos, hay muy buen ambiente", comenta con una sonrisa. En temporada alta, el comedor y la terraza rebosan actividad. "En verano damos entre 90 y 100 comidas al mediodía y 300 cenas por noche. Es una auténtica locura de gente. Las alubias están buenísimas", afirma.
El perfil de los visitantes es eminentemente familiar, tanto en los 30 bungalows de alquiler completamente equipados como en las caravanas y autocaravanas que llenan el camping. Los bungalows cuentan con dos habitaciones, salón, cocina, baño y ducha, además de todas las comodidades necesarias para unas vacaciones relajadas.
El enclave natural del camping ofrece múltiples alternativas de ocio, con la proximidad de la Vía Verde del ferrocarril vasco navarro, el nacedero del río Urederra, y los conjuntos monumentales de Estella, Viana y Los Arcos. A solo tres kilómetros se encuentra el emblemático Encino de Las Tres Patas, en Mendaza, catalogado como árbol patrimonio de la naturaleza. También son destacables las carboneras del valle de Lana, que atraen especialmente durante los meses de mayo a septiembre.
Con la llegada de la primavera, el restaurante del Camping Acedo vuelve a convertirse en el centro neurálgico de la zona, donde el plato de alubias rojas sigue siendo el rey.