COMERCIO LOCAL
La histórica tienda de Pamplona que renace y vende su producto estrella: “Va mejor de lo que pensábamos”
"También hemos decorado la tienda a nuestro gusto con detalles de la casa de campo de Sara", cuya madre es de Sangüesa.

La persiana que bajó hace pocos meses en pleno Casco Viejo de Pamplona ha vuelto a levantarse. Desde el pasado 23 de agosto, el local situado en la calle San Saturnino 1 ha recuperado vida gracias a la iniciativa de Sara Cale, pamplonesa de 34 años, y de su pareja, el portugués Diogo Narciso, de 39. La pareja ha apostado por una nueva etapa en uno de esos comercios con historia que forman parte de la memoria de la ciudad.
La ubicación no podía ser mejor: en la misma calle donde se mezclan el trasiego diario de vecinos y turistas, rodeada de otros negocios tradicionales como La Zapatillera de Carolina Aragón o la mercería Ferrán de Paqui Etayo. El enclave ya había demostrado su potencial durante décadas, pero esta vez ha vuelto con una propuesta muy diferente a la de sus antiguos dueños.
La clave está en el producto. El nuevo negocio se ha especializado en calzado barefoot, también conocido como respetuoso o minimalista. Se trata de un tipo de zapato que busca imitar la sensación de caminar descalzo y que, como recuerdan los propietarios, “está recomendado por fisios y por podólogos”. La apuesta no es casual: cada vez más familias se interesan por alternativas que favorecen el desarrollo natural del pie.
Con esta idea en mente, la pareja decidió hacerse con el histórico local de La Infantil, la tienda que abrió sus puertas en 1902 y que, tras más de 120 años de actividad, había cerrado en enero de este año. “Queríamos emprender en algo familiar desde hace algún tiempo".
"Mi mujer estaba en esta zona paseando con las dos hijas y me mandó una foto con la tienda cerrada y le dije que nos interesaba. Nos hemos lanzado a la aventura. Siempre con mentalidad positiva. Tenemos don de gentes. Nos gusta recibirles aquí, hacer amistades, hacer barrio, que nos conozcan”, relata Diogo Narciso.
El recibimiento no ha podido ser mejor. “Va muy bien. Hasta ahora va mucho mejor de lo que pensábamos. Entran, compran y hasta nos dan la enhorabuena. Nos dicen que muchas gracias por abrir la tienda porque aquí compraba su familia y que les daba mucha pena que estuviera cerrada”, explican. Ese vínculo emocional con el comercio ha jugado a favor del nuevo proyecto.
La oferta es amplia y abarca desde el número 19 de bebé hasta el 46 de adulto. El enfoque original estaba pensado para los más pequeños —bebé, niño y junior—, pero la demanda ha llevado a ampliar también al público adulto. “Quitamos la plantilla y medimos el pie a los clientes para saber si es el zapato perfecto para cada uno”, apuntan.
Además, recomiendan un periodo de adaptación de cuatro semanas: “Primero con una plantilla de transición dos semanas y luego otras dos semanas con otra plantilla sin tacón, con pequeños recorridos al principio para fortalecer los músculos del pie”.
La nueva etapa no solo se percibe en lo que se vende, sino también en el aspecto del propio espacio. Han instalado una gran cristalera al pasadizo Seminario, lo que ha permitido ganar visibilidad y una sensación de mayor amplitud. Desde fuera incluso se percibe la cafetería-panadería que acaba de abrir junto al local, algo que suma atractivo a la zona.
“La tienda parece así más grande y nos da mucha visibilidad. Parece que estás tomando un café y te ven desde la calle. También hemos decorado la tienda a nuestro gusto con detalles de la casa de campo de Sara, cuya madre es de Sangüesa. Estamos muy a gusto en Navarra y en Pamplona”, remarcan.
La reapertura también ha hecho inevitable recordar a los últimos propietarios, Patxi Pérez y Cristina García, que decidieron cerrar en enero de este año. En su despedida, subrayaron el esfuerzo que había supuesto mantener el negocio abierto durante dos décadas: “Queremos orientar nuestro futuro a otra cosa. No me veo quince años más en esta tienda. Es muy esclavo estar cara al público. Llevo veinte años con un día de descanso a la semana y quiero cambiar”.
Ellos mismos admitieron que el sitio tenía un enorme potencial: “El sitio es inmejorable. Pasa todo el año un montón de gente. Es muy transitada. No es un negocio reducido. Vendemos zapato cómodo infantil y hay pocas tiendas de niños”. Una descripción que, más de un siglo después, sigue vigente para este local de la calle San Saturnino que ha iniciado una nueva vida.