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COMERCIO LOCAL

José Antonio y Berna, 40 años dando almuerzos caseros en un bar de Pamplona: "Gustan mucho el menudico y los callos"

Abren a las 7 de la mañana y mantienen el mismo estilo: "Al cliente lo tratamos como si fuera de la familia", aseguran.

Bodega Erribera en la calle Pedro I de Pamplona. Navarra.com
José Antonio y Berna en la Bodega Erribera, situada en la calle Pedro I de Pamplona. Navarra.com

José Antonio Jiménez Jiménez, de 63 años, y Berna Muñoz López, de 61, llevan toda una vida al frente de un bar en Pamplona que ya es parte del paisaje sentimental del barrio. Entraron cuando aún eran jóvenes, hace ya 38 años, con ganas de continuar lo que sus padres —Antonio Jiménez Ochoa y Dora Jiménez Arteaga— habían puesto en marcha en los años 70. Y lo han conseguido.

Es un establecimiento que está muy cerca de otros que hemos conocido en este apartado de comercio local en la capital navarra, como la frutería El Pilar que dirige Eneko Campos, o la nueva cafetería TwentyOne que Mohamed Reda ha abierto recientemente.

Seguimos con el mismo estilo y ambiente que crearon los abuelos, con buen trato y buena comida, como si estuviéramos en casa”, comentan. Ya empiezan a pensar en la jubilación. Pero no han perdido la energía. Cada mañana, desde las 7:00 horas, abren el local, saludan a los primeros clientes y comienzan a preparar los almuerzos caseros que tantos fieles han consolidado con los años.

Berna, única cocinera, es el alma de una cocina que huele a puchero y a recuerdos. “Aquí gusta todo”, asegura mientras enumera sin pestañear los platos más demandados: ajoarriero, carrilleras guisadas, huevos con papada, callos, albóndigas en salsa, menudico, paticas… y su particular trifásico, una combinación de pata, morro y ternera que se ha convertido en marca de la casa. El menú del día, que cuesta 17 euros, incluye cuatro o cinco primeros y otros tantos segundos, que cambian según el día y el mercado.

No tienen redes sociales ni campañas de márketing. Lo suyo ha sido siempre el boca a boca, el calor del cliente que vuelve, la rutina del que entra cada mañana sabiendo que se sentará en la misma mesa corrida de madera que lleva décadas sin moverse. “Al cliente lo hemos tratado como si fuera de la familia”, dice Berna. Y eso se nota.

Desde hace un tiempo ya no abren por las tardes ni dan cenas. Tras la pandemia, y siendo solo dos, adaptaron el horario a su medida: de lunes a viernes de 7 a 16 horas, y los sábados de 8 a 14 horas. “Antes trabajábamos también por las tardes, pero ya se acerca la jubilación, y hay que ir recogiendo velas”, explica José Antonio.

Aunque no descartan que el negocio siga adelante con otra persona al frente. “En la familia no se ve relevo a la vista, pero me imagino que alguien querrá seguir con el local. Aún no lo hemos hablado. Quien quiera puede venir a verlo”, apunta con naturalidad.

Este bar no ha sido solo un bar. Durante más de 25 años han sido los encargados de lanzar el cohete del 6 de julio en el barrio, como acto simbólico para iniciar los Sanfermines en Iturrama. “Lo hacíamos para dar impulso al barrio y al pequeño comercio”, recuerdan.

Interior de la bodega Erribera en la calle Pedro I en el barrio de Iturrama en Pamplona. Navarra.com
Interior de la bodega Erribera en la calle Pedro I en el barrio de Iturrama en Pamplona. Navarra.com

Tampoco ha sido una casualidad su ubicación. El negocio lo iniciaron sus padres cuando Iturrama apenas era un proyecto urbanístico. “Los abuelos vinieron desde Santacara a Pamplona, se quedaron y cogieron este pequeño local de venta de vino a granel. Entonces el barrio se estaba construyendo, y ellos pensaron en el obrero: se les calentaba la comida, y así fue creciendo la bodega”, rememora José Antonio.

A pesar de los años, de los cambios y de las modas, el bar mantiene ese encanto de las cosas que se han quedado como estaban por decisión propia. Tras la pandemia, incluso el dibujante César Oroz les hizo un mural para dar un empujón emocional en un momento difícil. Y ellos, como siempre, siguieron. Los clientes han vuelto, el ambiente se ha recuperado y todo sigue girando a ritmo de cucharón, cazuela y vino de la tierra.

En Pedro I número 10, en el corazón de Pamplona, está el lugar. Se llama Bodega Erribera y es, probablemente, uno de los bares con más solera de la ciudad. Pero si alguien pregunta, José Antonio y Berna dirán que lo suyo no es nostalgia, sino trabajo bien hecho y cariño por lo auténtico. Y eso, en estos tiempos, no es poca cosa.

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