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COMERCIO LOCAL

Maite, 40 años en la tienda centenaria de un pueblo de Navarra que anuncia su cierre: "Hoy en día es muy complicado"

Una vida entera entre mostradores y estanterías, y una localidad que echará de menos uno de sus comercios más emblemáticos.

Maite Ibarrola en su mercería situada en la localidad de Santesteban. Navarra.com
Maite Ibarrola en su mercería situada en la localidad de Santesteban. Navarra.com

Durante más de cuatro décadas, ha abierto la persiana cada mañana a la misma hora. Con la puntualidad de quien ha hecho de su tienda su segunda casa, Maite Ibarrola Manterola ha despachado botones, cremalleras, lanas, telas, calcetines y camisetas con la misma cercanía que aprendió de su madre y de su tía. “El otro día saqué mi vida laboral y llevo 40 años y once meses trabajando en esta tienda. Al poco tiempo de dejar de estudiar, ya me quedé con mi madre, Eulalia Manterola, y con mi tía, Visi Ibarrola, recuerda con una mezcla de orgullo y serenidad.

Es un establecimiento que está a media hora de Pamplona. Muy cerca de otros que hemos conocido en este apartado de comercio local, como es el caso del centenario hostal restaurante Venta de Ultzama.

La decisión ya está tomada por parte de Maite: el 31 de julio será su último día detrás del mostrador. Justo a tiempo para cumplir los 65 años. “El 1 de agosto cumplo años y el 2 ya estoy jubilada”, comenta con una sonrisa. No habla de pena. Lo suyo es otra cosa: “Pena no sé si es la palabra. No es pena porque he conseguido terminar mi vida laboral con mi tienda abierta, en activo. Pena me daría si, por ejemplo, hace diez años la hubiera tenido que cerrar por el motivo que fuera”.

En estos meses previos al cierre, ha anunciado en redes sociales una liquidación por jubilación que se prolongará durante un tiempo. Ya no hay vuelta atrás. La tienda que puso en marcha su abuelo en 1918, casi al terminar la Primera Guerra Mundial, pasará a ser un recuerdo en el centro de Santesteban.

La Mercería Ibarrola, abierta por Miguel Ibarrola García, ha sido un pequeño icono local que ha resistido más de un siglo. “Según los papeles del catastro, la licencia original era de mercería-paquetería y estaba en un local justo enfrente. Cuando mi abuelo compró esta casa ya se puso en el local actual. Mi padre, que va a cumplir 93 años, nació en esta misma casa”, cuenta Maite.

En su interior todavía se conserva la esencia de otras épocas. Aunque las estanterías fueron renovadas en 1996 por un carpintero de Ituren, que intentó replicar el estilo original, el resto del mobiliario no ha cambiado: “El mostrador, el suelo, las puertas y los escaparates han sido innegociables en todas las reformas. Al decorador, que además es primo mío, le decía que todo tenía que girar en torno a lo que ya estaba hecho porque además no me lo iban a hacer igual”.

Con los años, Maite ha visto transformarse los hábitos de consumo y el perfil de su clientela. “La gente hasta los 40 años no sabe lo que es una tienda física porque no vienen a comprar. Ni aquí ni en Pamplona. La gente mayor, que es la que viene a las mercerías, está desapareciendo o ya no se mueve. Nos faltan personas entre 40 y 70 años y es muy difícil”, lamenta.

Hace dos años dio un paso más para intentar salvar el negocio: eliminó la sección de ropa infantil —donde trabajaba con marcas medias-altas— y se quedó únicamente con ropa interior y productos de mercería. Pero ni así: “Hoy en día una mercería para vender hilos que valen 40 y 15 céntimos no da. Tiene que haber mucho flujo de clientes y eso en un pueblo es difícil”.

Consciente de que la continuidad del comercio es inviable, ha asumido con realismo que no habrá relevo generacional: “Tengo dos hijas (Maialen e Idoia) y todos tienen su vida. Yo también estudié, pero a mí me gustaba esto, eran otros tiempos y me quedé en la tienda. Hoy en día es muy complicado tener un sueldo medianamente digno en un negocio como estos. Si hay un traspaso, yo creo que no es viable. Yo he seguido porque es mío y no pago alquiler”.

Lo que viene ahora es una etapa nueva. Después de tantos años sujeta a horarios, Maite quiere parar. “Lo que tengo claro es que voy a estar mucho tiempo sin horarios. Me dicen si me apunto a una cosa u otra y yo les digo que no quiero tener horarios. Llevo muchos años con el mismo horario y hay que darle la vuelta a eso poco a poco”, explica.

Tiene claro que quiere disfrutar de paseos, lecturas y manualidades. “Hoy si quiero me tomo un café de tres horas”. Y lo de viajar también entra en sus planes: “Podría ser en buena época, con buen tiempo. Porque hasta hoy solo cerramos la tienda en fiestas y una semana de vacaciones. Ahora me puedo plantear viajes cuando me parezca o me apetezca, que igual hago al final todo lo contrario”, dice entre risas.

Mientras tanto, quienes se acercan a la tienda estos días destacan en sus reseñas la profesionalidad de Maite y el carácter tradicional del comercio: “Maite atiende con gran profesionalidad una mercería tradicional, que además cuenta con un amplio surtido de gran calidad y mejores precios en lanas, algodones, telas e hilos para labores en general. Ropa interior para todas las edades. En Doneztebe, sin ir más lejos”.

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