Han madrugado, han aguantado la emoción en el estómago y se han asomado por primera vez al corazón de la calle Estafeta para ver pasar a los toros. A las ocho en punto, con el tercer encierro de las fiestas de Sanfermín 2025 en marcha, lo han tenido claro: la espera ha merecido la pena.
Y no solo la de las últimas horas, sino la de todos estos años viendo las carreras por televisión. Este miércoles han cumplido un sueño y lo han hecho por todo lo alto, desde uno de los balcones más codiciados de Pamplona.
Desde su posición privilegiada han presenciado el estreno de los seis toros de la ganadería de Álvaro Núñez, que han debutado en San Fermín dejando una carrera limpia y veloz. Ha sido rápido, intenso, con un punto de tensión y, por suerte, sin incidentes. “Aunque lo hayas visto un montón de veces por la tele, no te prepara para verlo en vivo. Todavía me tiemblan las rodillas de la emoción”, ha reconocido una de las asistentes. “Es una mezcla buena de emoción y miedo. Y además no ha pasado nada, que es lo bueno”, ha añadido aliviada.
En su caso, han tenido claro que querían verlo desde las alturas. “Desde el balcón se ve mucho mejor que abajo. Merece totalmente la pena. Repetiremos seguro, segurísimo”, ha afirmado una de las integrantes del grupo. Lo que más le ha impresionado ha sido el tamaño de los animales. “Los toros son como cuatro veces más grandes de lo que uno se imagina. Es un fenómeno de la naturaleza. No te deja nunca indiferente”.
La idea de viajar a Pamplona ha sido de Soledad Llanas, que llevaba años siguiendo los encierros con devoción. Este año, por fin, el calendario les ha dado una tregua. “Otros años no podíamos venir por cuestiones de trabajo. Se fraguó la idea y adelante”, ha contado. Junto a ella han estado Soledad de Molina, Ana Isabel Abad y Emilio Llanas, que han llegado desde diferentes ciudades: Madrid, Zaragoza y un pequeño pueblo de la sierra de Segura, en la provincia de Jaén. Son familia y comparten afición: los encierros les fascinan más que las corridas.
Aunque han permanecido apenas 24 horas en la capital navarra —llegaron el martes y se marchaban este mismo miércoles tras la comida—, han exprimido la experiencia al máximo. “Fraguamos la idea de venir con mucho tiempo. En noviembre ya lo teníamos en mente, y en enero y febrero lo contratamos todo: tanto el hotel como el balcón”, ha explicado Llanas. También han disfrutado de la entrada de las peñas en la plaza y han salido encantados con el ambiente.
El grupo ha tenido claro desde el primer momento que, además de espectacular, Pamplona es muy acogedora. “La gente nos trata muy bien. No tenemos ninguna queja. Maravillosa”, han asegurado. Uno de los detalles que más les ha llamado la atención ha sido la manera en que la ciudad vive su fiesta. “Es como lo ves en la tele, pero multiplicado por veinte. La uniformidad del atuendo llama mucho la atención. Se nota que les gusta su fiesta”, ha comentado Soledad de Molina.
Tampoco se esperaban tanta actividad en la calle a cualquier hora. “Es un espectáculo las masas de gente que hay. Es increíble. No se acaba nunca. Hay un público distinto para cada momento, según lo que quieras hacer”, ha dicho. No se han encontrado con nadie de su zona, pero saben que hay más andaluces disfrutando de los Sanfermines. “En Siles, nuestro pueblo, hay gente que se prepara para correr aquí. Vendrán seguro, si no lo han hecho ya”.
Entre risas, han contado que no tenían reserva para comer, pero han tenido suerte. “Comimos muy bien en Casa Manolo. Todo genial. Buena comida, buen ambiente y mucho buen rollo”, han comentado satisfechos.
Emilio Llanas ha sido el único que ya conocía San Fermín, aunque nunca había visto un encierro desde un balcón. “Es la tercera vez que vengo. Muy bien. Aquí estás como en casa. Al final te identificas y la gente te acoge como uno más. En Andalucía también hay encierros, pero son diferentes a este”, ha señalado.
Antes de marcharse, lo han tenido claro: volverán. No han ocultado que les ha sabido a poco. “Lo recomendamos absolutamente, al cien por cien. Es una experiencia que nadie se puede perder. Una vez hay que venir. Y la ciudad es muy bonita también”.