Cada mañana de San Fermín, las 25 figuras de cartón piedra de la Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Pamplona salen a las calles de la ciudad. Se trata de un paseo de baile, alegría, jolgorio y música al ritmo que marcan los tamboriles y las gaitas.
Hoy en día, bailar uno de los 8 gigantes es todo un orgullo, o vestirse de Caravinagre y ser el tierno gruñón cascarrabias que tan pronto te atiza como te acaricia, o saludar con una mano y soltar vergazos a los niños petardos con la otra a lomos de un zaldiko...
La Comparsa es algo tan enraizado ya en Pamplona como el propio San Fermín; y su presidente, Ibón Laspeñas repasa lo que supone no sólo pertenecer a la Comparsa, sino también hacer bailar durante los Sanfermines a la Braulia, o a Josephamunda. "Es una cuestión de fuerza, pero sobre todo de equilibrio", ha explicado.
Los gigantes de Pamplona miden entre 3,45 y 3,50 metros, llegando a alcanzar los 3,80 con el porteador, y su peso oscila entre los 56 y los 64 kilos. Hacerlos bailar “fácil no es, pero sobre todo hay que estar muchas horas, dedicarle tiempo, aprenderte bien los pasos, aprender a bailar… tiene una parte de complejidad”, ha reconocido Laspeñas, que es el porteador del rey americano.
Para levantar un gigante, “hay que estar en forma, pero sobre todo es equilibrio. Al final, pesa menos cuando lo llevas bien equilibrado”, ha destacado Laspeñas, cuyo padre también fue miembro de la Comparsa.
Las referencias más antiguas sobre la existencia de una Comparsa de Gigantes y Cabezudos en Pamplona se remontan al siglo XVI, pero la actual data de 1860 y está compuesta por un total de 25 figuras de cartón-piedra entre cabezudos, kilikis, gigantes y zaldikos.
Los gigantes, que bailan incansablemente al son de los pasacalles durante las mañanas sanfermineras, representan a cuatro parejas de reyes: la europea, la asiática, la africana y la americana.
Son unos auténticos héroes para los niños de Pamplona, que les han puesto unos nombres realmente curiosos: Joshemiguelerico (rey europeo), Joshepamunda (reina europea), Sidi abd El Mohame (rey asiático), Esther Arata (reina asiática), Selim-pia Elcalzao (rey africano), Larancha-la (reina africana), Toko-toko (rey americano) y Braulia (reina americana).
Nadie entendería las fiestas sin unas mañanas con los gigantes y cabezudos, ha asegurado el presidente de la Comparsa, quien se ha mostrado especialmente ilusionado por el ‘boom’ que han tenido estas figuras en los últimos años entre los niños y niñas: “Eso a nosotros nos llena de orgullo, el estar ahí y recibir todo ese cariño…”.
Son muchos los imprevistos que pueden dificultar el desfile de los gigantes por las calles de Pamplona, entre ellos la multitud de personas que se congrega cada día para disfrutar de la Comparsa. “La gente respeta, aunque alguno menos, sobre todo la gente de fuera, que igual no entiende qué es y puede haber algún pequeño problema, por llamarlo de alguna manera, pero la gente en general sabe lo que hay”, ha señalado.
Aunque siempre hay algún incidente, ha apuntado, caídas han tenido pocas y “por suerte llevamos muchos años que no se ha caído ningún gigante y seguiremos cruzando los dedos”. Es toda una responsabilidad, teniendo en cuenta que son figuras que han superado los 160 años de edad.
“Hay que tener en cuenta que nosotros vamos por la calle bailando y con cualquier cosa que haya en el suelo y resbale podemos tener un problema, no ya que se caiga un gigante y se rompa, porque al final eso es reparable, sino que alguien se haga un esguince o temas un poco más serios a nivel personal”, ha explicado.
Fotos siempre se han hecho los miembros de la Comparsa con las personas que acuden al desfile, pero ahora, ha comentado, “es una locura, desde niños recién nacidos hasta personas mayores que dicen que quieren volverse a hacer la foto que se hicieron con Caravinagre o con el Coletas”.
La lluvia es el gran enemigo de estas figuras de cartón piedra y por ello, “en cuanto vemos que van a caer cuatro gotas, salimos corriendo a refugio”, ha asegurado Laspeñas.
Las figuras se almacenan durante la mayor parte del año en unas dependencias especiales de la nueva estación de autobuses, donde pueden ser visitados por grupos de escolares. En fiestas, se guardan en el Palacio de Ezpeleta.
Durante todo el año, ha indicado, se llevan a cabo labores de mantenimiento “porque son figuras que se usan durante trece días y tienen un desgaste, tienen una serie de golpes” de los que se encarga “una empresa que está especializada en restauración de figuras y les ponen muchísimo cariño y muchísimo mimo”.
También hay que lavar los ropajes después de las fiestas en una tintorería de confianza. “Son mantenimientos que también tienen su cosita y que nos gustan”, ha reconocido.
Los gigantes y cabezudos son una parte fundamental de las fiestas. Para pamploneses y visitantes son motivo de alegría y, para los miembros de la Comparsa, una responsabilidad que asumen de buen grado. “Es un auténtico orgullo para todos los que estamos ahí”, ha resaltado Laspeñas.
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