El último encierro de San Fermín con toros de Miura ha sido veloz, emocionante y con momentos de mucha tensión, como era de esperar. El recorrido lo han completado en un tiempo de 2 minutos y 19 segundos, no ha habido corneados pero sí ha habido heridos con siete corredores trasladados, algunos de ellos habituales del encierro.
Uno de los momentos de mayor peligro y pánico se ha producido en la curva de Estafeta cuando uno de los toros se ha lanzado hacia el vallado de la curva, donde se coloca el pastor Miguel Reta. En ese preciso momento, este toro ha chocado fuertemente a Alberto Guillamón 'Torrechiva', un conocido corredor que hace unos días fue protagonista en este periódico.
El valenciano, de 68 años, es especialmente conocido por correr todos los días con las cenizas de su hijo fallecido. El momento ha sido muy alarmante y han sido unos segundos de mucha tensión. "He visto venir al toro, me iba a subir al vallado y me ha embestido sin poder hacer nada", detalla Alberto Guillamón a este periódico tres horas después del momento.
El toro en cuestión ha sido Chirrino, un cárdeno de 620 kilos que ha llegado con una velocidad vertiginosa a la curva de la Estafeta. "Ha sido muy angustioso y el golpe ha sido muy fuerte, al final son 600 kilos que me han aplastado contra una pared". Con suerte, los cuernos no han alcanzado el cuerpo del corredor y ha sido la cabeza del toro la que ha empujado con gran violencia a Torrechiva contra el muro de la curva.
Tras el paso de la manada y con el recorrido ya seguro, Torrechiva ha recibido la atención de corredores y policías preocupados por su estado de salud. El valenciano se ha podido levantar con ayuda, pero muy dolorido, sobre todo en la espalda. Alberto no ha pasado ni por el puesto de la Cruz Roja y se ha ido por sus propios medios a la vivienda donde se aloja durante San Fermín.
Tres horas después, el corredor ha atendido a este periódico ya acusando las consecuencias del golpe recibido. "Ahora me cuesta caminar y cada minuto que pasa me duele más, sobre todo la espalda, en la zona de las paletillas. También, he recibido en la pantorrilla una pequeña puntadilla", explica al teléfono.
Torrechiva todavía ni ha descansado y desde la finalización del encierro no ha parado de recibir llamadas. El valenciano sí que ha tomado calmantes y es consciente de que una vez llegue a Castellón tendrá que realizarse unas placas. "El pecho no me duele de momento, ni las costillas, pero conforme pasa el tiempo lo estoy pasando peor".
El valenciano lleva 52 años subiendo a Pamplona en San Fermín y su primer encierro lo corrió siendo un adolescente. Tan solo ha faltado a uno, en 1999, cuando su hijo falleció en un accidente de tráfico justo una semana antes de San Fermín.
Dos años antes, un 14 de julio de 1997, Torrechiva vivió una carrera que lleva grabada en el corazón. Corrió el encierro junto a su hijo con toros de la ganadería El Pilar. "Mi hijo hizo ese día una carrera espectacular", constató en una entrevista con este periódico. Desde el fallecimiento de su hijo corre con sus cenizas. "Eso es sagrado. Lo llevo a todas partes. Es una manera de sentirlo cerca y estar con él", indicó.
Para Torrechiva, los 14 de julio son muy especiales y, a pesar del susto de este año, no ha querido olvidarse de esos momentos. "Para mí son sagrados, los tengo grabados a fuego. No me olvido de aquel último encierro de 2014, cuando un Miura corneó a un estadounidense", ha querido recordar.
Alberto ha podido correr los ocho encierros de San Fermín y aunque haya tenido este susto en el último, no pierde el ánimo para los siguientes Sanfermines. "El año que viene más y mejor, seguiré ahí".
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