¿Se puede crear un colegio de la nada y ponerlo a funcionar en solo 278 días? La experiencia del Colegio Adériz, el más joven de Navarra, afirma que sí. Desde que se gestara la idea a principios del mes de diciembre del año pasado hasta el primer día de clases solo transcurrieron nueve meses. Un trabajo contrarreloj en el que la iniciativa de un grupo de padres comprometidos con la educación diferenciada ha sido fundamental.
Adériz ha comenzado su andadura con más de 200 alumnos y se ha materializado gracias a un esfuerzo colectivo que ha transformado una idea en una realidad educativa palpable. Todo surgió tras la negativa de Chivite a mantener los conciertos de los colegios Miravalles-El Redín e Irabia-Izaga si mantenían la educación diferenciada. Ambos centros educativos de Navarra optaron por pasar al modelo mixto, mientras que Adériz nació como centro privado, sin concierto, pero con la libertad de ofrecer educación diferenciada. Ubicado en Cordovilla, comparte edificio con Irabia-Izaga, aunque con zonas completamente distintas para cada centro.
La educación diferenciada en el Colegio Adériz no es solo una elección, sino un compromiso con los diferentes ritmos madurativos de los alumnos. Cristina Martín, directora del centro, enfatiza que este enfoque permite una atención más personalizada, adaptando la enseñanza a las necesidades específicas de cada niño y niña. “La educación diferenciada nos ayuda a adecuarnos a los diferentes ritmos madurativos. No se trata de estereotipos, sino de realidades”, explica.
Por su parte, el también director del colegio, Imanol Goyarrola, apunta que el centro se distingue por su identidad cristiana, que forma parte integral de su proyecto educativo. Este enfoque se traduce en la enseñanza de valores fundamentales, así como en la atención pastoral proporcionada por la Prelatura del Opus Dei. “Creemos que es importante que nuestros estudiantes desarrollen no solo su intelecto, sino también su dimensión espiritual y moral”, menciona. Esta identidad cristiana se refleja en la vida diaria del colegio, donde se busca crear un ambiente de respeto, solidaridad y compromiso con los demás.
El colegio implementa clases separadas para niños y niñas y se distingue por su enfoque centrado en el alumno. La idea es que cada estudiante sea el protagonista de su propio aprendizaje. “Desde el principio, hemos querido que los niños se sientan escuchados y que participen activamente en su educación”, afirma.
Este enfoque se traduce en la creación de agendas personales, donde los alumnos pueden establecer objetivos individuales y trabajar en su propio desarrollo. “Queremos que nuestros estudiantes no solo adquieran los conocimientos que marca el currículo, sino que también desarrollen habilidades de pensamiento crítico y capacidad de expresión. Por eso, apostamos por el ‘más lápiz y menos tablet’”, añade Martín, reafirmando su compromiso con una educación que prioriza las destrezas intelectuales esenciales. Este método no solo fomenta la creatividad, sino que también ayuda a los niños a desarrollar un sentido de responsabilidad y autogestión en su aprendizaje.
El primer mes en el Colegio Adériz, en Cordovilla, ha sido una experiencia enriquecedora. La adaptación ha sido sorprendentemente positiva, a pesar de que todos los alumnos son nuevos en el colegio. “El ambiente que se ha creado es muy óptimo para el desarrollo de los niños. Hay mucha interacción entre edades distintas”, comenta Martín. Este tipo de interacción entre los estudiantes de diferentes niveles se ha convertido en un pilar fundamental del colegio. “Es un gusto ver cómo los más mayores ayudan a los más pequeños”, añade, resaltando cómo esta dinámica refuerza el sentido de comunidad.
El claustro de profesores juega un papel crucial en el éxito de este nuevo proyecto educativo. “Desde el primer momento, hemos contado con un equipo docente muy comprometido. Cada profesor ha traído su experiencia y su entusiasmo al aula”, afirma Goyarrola. La diversidad del equipo, que proviene de seis colegios diferentes, enriquece el ambiente educativo y permite una mayor creatividad en el enfoque pedagógico. “Es un lujo poder diseñar un proyecto desde cero, donde cada docente puede aportar su visión y su pasión por la enseñanza”, expresa Martín, destacando que esta colaboración ha sido fundamental para el desarrollo del colegio.
Entre otras muchas cosas, el colegio ha implementado un plan lector que permite a los alumnos disfrutar de media hora de lectura diaria en un entorno cómodo. La biblioteca del colegio, un espacio amplio y acogedor, ha sido diseñada para facilitar la lectura y la concentración, con diferentes zonas de asientos que incluyen sillones, butacas, taburetes y mesas. Cada niño o niña lee en el lugar en el que se siente más cómodo. “Estamos notando que, en tan solo un mes, están leyendo más y mejor. Nos confirman los propios padres que esto ha tenido un impacto positivo en casa”, apunta el director. Este enfoque en la lectura no solo fomenta el hábito, sino que también busca desarrollar un amor por los libros que perdure a lo largo de sus vidas.
Además de la lectura, el Colegio Adériz ha introducido un sistema de pausas activas en su jornada escolar. Estas pausas permiten a los alumnos desconectar y reenergizarse, especialmente después de clases intensas. “Hemos diseñado estas pausas estratégicamente, para que ocurran justo después de momentos de máxima concentración”, indica Martín. Se trata de breves periodos en los que los niños participan en actividades físicas programadas, como juegos cooperativos y ejercicios de movimiento. Esta práctica ha demostrado mejorar la atención y la motivación, facilitando que los niños vuelvan a concentrarse con mayor facilidad en las clases que siguen. Así, Goyarrola asegura que se nota que "después de estas pausas, los niños están más despiertos y motivados, lo que es esencial para su aprendizaje”.
Ante las críticas de ser un colegio elitista o “para ricos”, tanto Goyarrola como Martín defienden la filosofía del Colegio Adériz. “Hemos diseñado un colegio sobrio, en el que no cargamos a las familias con gastos innecesarios”. Así, se establecieron cuotas que oscilan entre 350 y 480 euros mensuales, adaptadas a las posibilidades de las familias. Pero subrayan que "nadie que crea en nuestro modelo educativo se queda sin poder matricularse por cuestiones económicas. Hemos creado una fundación que ofrece y concede becas para aquellos con menos recursos".
La directora insiste en que la motivación de muchas familias para matricular a sus hijos en Adériz no se basa en una visión socioeconómica, sino en la búsqueda de una educación que se alinee con sus valores. “Para nosotros, la educación es una herramienta muy poderosa para hacer personas felices. Estamos convencidos de lo que hacemos, tanto como somos conscientes de los esfuerzos y sacrificios económicos que las familias están haciendo porque entienden que este modelo educativo es una prioridad fundamental”.
Este compromiso por parte de las familias también se traduce en una mayor participación y apoyo en la vida del colegio, lo que crea un sentido de pertenencia y comunidad. "Las familias están profundamente implicadas en todo lo que hacemos, desde lo académico, a lo lúdico, pasando por lo colaborativo. Muchos padres han estado este verano echando una mano para terminar de montar el colegio: pintar, instalar pantallas, limpiar... los padres sienten que esto es suyo, y por eso, los niños y niñas también. Sin ellos, habría sido mucho más difícil; y creemos que eso nos diferencia", remarcan.
La visión educativa de Adériz no se limita a los contenidos académicos, sino que se extiende a la formación de un pensamiento crítico. “Nuestro objetivo es formar estudiantes que no solo sean buenos en lo académico, sino que también tengan un espíritu crítico y sean capaces de defender sus convicciones con respeto y comprensión”, comenta Goyarrola.
Este enfoque se manifiesta en las actividades diarias, donde se fomenta la discusión y el análisis. El colegio también da un gran valor a las humanidades y las artes, entendiendo que son componentes esenciales en la formación de personas completas. “Queremos que nuestros estudiantes desarrollen habilidades artísticas y culturales que les enriquezcan como individuos”, dicen.
Esta visión integral se complementa con la importancia de la lectura, ya que consideran que la literatura es una vía fundamental para el desarrollo del pensamiento crítico y la empatía.
En resumidas cuentas, con un enfoque en la educación personalizada y un ambiente familiar, el Colegio Adériz se posiciona como una alternativa educativa valiosa en Pamplona. Ambos directores están convencidos de que el futuro es prometedor, con expectativas de matriculación que siguen creciendo. “La experiencia diaria nos dice que hay una necesidad real de este tipo de educación en Navarra”, concluye Goyarrola.
Así, el Colegio Adériz se convierte no solo en un nuevo centro educativo, sino en un símbolo de la lucha por la libertad de elección educativa en un contexto donde muchas familias buscan opciones que se alineen con sus valores y necesidades.
De este modo, con la firme convicción de que la educación puede transformar vidas, los padres y educadores de Adériz trabajan juntos para ofrecer a sus hijos la oportunidad de prosperar en un entorno que fomente su desarrollo integral.