La localidad de Burgui ha vivido un año más la esperada bajada de las almadías, una fiesta que homenajea al ya desaparecido oficio de los almadieros que durante décadas transportaban río abajo, convertidos en precarias balsas, los troncos de madera talados en el Pirineo.
El descenso de las dos almadías, fabricadas con troncos ligados entre sí y conducidas por almadieros que por un día reviven esta extinta profesión, se ha producido en una jornada lluviosa, pero en la que las precipitaciones han respetado el momento del paso de las almadías por el pueblo.
De nuevo ante miles de personas que se habían distribuido a lo largo del recorrido, especialmente en la presa, las balsas han transitado como antaño por el Esca, aunque tan solo por un reducido trayecto hasta el puente medieval de Burgui, y no por cientos de kilómetros como antaño, cuando la madera era llevada hasta Zaragoza e incluso Tortosa para desde allí viajar a otros lugares ya por barco.
Declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional, el Día de la Almadía cuenta cada año con meses de preparación, en los que la Asociación Cultural de Almadieros Navarros se encarga de fabricar varias almadías para que en esta jornada los miles de visitantes puedan apreciar lo que fue este oficio, arraigado en los valles de Roncal, Salazar o Aezcoa.
La Asociación organizadora del Orhipean, la fiesta de oficios de Ochagavia, y Xabier Agote, impulsor de la reconstrucción del ballenero San Juan en el centro Albaola de Pasaia, han sido los homenajeados en esta edición.
Como todos los años, y ante los miles de personas que se acercan a la pequeña localidad en este día, se ha instalado un mercado medieval con puestos de alimentos y oficios artesanos, un escenario de fiesta en el que no han faltado actuaciones musicales y bailes.
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